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Actualizado: 29 de junio de 2025


Y estas influencias les alentaban para dedicar sus clamores al Sr.

Un frío húmedo sorprende repentinamente; el aire estancado, donde los bienhechores rayos del sol no penetran jamás, tiene yo no qué de agrio, como si no lo debieran respirar los pulmones humanos; el murmullo del agua repercute en ecos lejanos por sonoras cavidades, y parece oirse á las rocas lanzar clamores, unas repercutiendo á lo lejos, y otras exhalando sordos y delicados suspiros en las subterráneas galerías.

Era una casa falta de voces y de ruidos, triste, callada entre los clamores vecinos, ajena a cuanto la rodeaba, como hecha adrede para retiro de dama romántica o escenario de novelescas aventuras. Una campanilla, colocada en la verja del jardín, daba aviso cuando entraba alguien y, según quien fuese, lo anunciaba el portero tocando otra campana en el portal.

Un momento después se oyeron, en la lejanía, clamores extraños, y el contrabandista, mirando a través del humo, vio una brecha sangrienta en las filas del enemigo. Agitó entonces los brazos en señal de triunfo, y los montañeses, encaramados en los parapetos, le respondieron con un hurra general.

Sin embargo de haber dado diferentes informes el Super-intendente á dicho Señor Virey, con toda sinceridad, solidez y conocimientos de cuantas circunstancias ofrecian aquellos parages, remitiendo muestras de los frutos de sus terrenos, en que acreditaba su fertilidad, y de haber aprobado el mismo Señor Virey, por órden de 15 de Noviembre de 1780, el establecimiento expresado que todo promete que podrá hacerse una útil poblacion; y de no resultar, segun entiendo, otros fundados motivos que la hiciesen ilusoria, llegó á prevenirse de tal modo con las repetidas quejas y clamores, que nada le era mas violento, ni mas repugnante que dichos establecimientos.

Entonces, el contrabandista se acercó a los de a pie y, conteniendo la voz, les dijo, al mismo tiempo que los cañonazos percutían uno tras otro en la garganta y que se oían, a lo lejos, los clamores del asalto: ¡Compañeros! ¡Vais a arremeter contra la infantería a la bayoneta! Nosotros nos encargamos de los demás. ¿Estamos? , estamos. Pues ¡en marcha!

Al caer la tarde se notó gran agitación en el campo y luégo fuertes clamores y el toque de cien cornetas. No tardó en descubrirse la causa; por el camino más lejano del punto donde se hallaban agazapados los arqueros llegaba una fuerte columna, nuevos refuerzos para el ejército castellano.

Julián distaba de él unos cuantos pasos no más, cuando oyó dos o tres gritos que le helaron la sangre: clamores inarticulados como de alimaña herida, a los cuales se unía el desconsolado llanto de un niño. Engolfóse el capellán en las tenebrosas profundidades de corredor y bodega, y llegó velozmente a la cocina.

Y levantando un coro de clamores Los demonios, al son de ronca trompa, Te arrojen donde yacen los traidores, Con infernal y con grotesca pompa! Alzaos del polvo inerte Vencidos, no domados, Cerniendo la melena Como soberbio leon; Alzaos, y ante los bustos De hermanos degollados, Levante un pueblo libre Su alejado pabellon.

Altísimo era el concepto en que tenía él la sagrada dignidad de su persona. ¿Cómo sufrir, pues, el oprobio de caer vivo entre las manos inmundas de aquel vil populacho? Inevitable era la muerte y convenía aceptarla con valor y recibirla cuanto antes. Los clamores de la turba, que oía cerca de , se diría que le excitaban a tomar la tremenda resolución.

Palabra del Dia

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