Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 21 de junio de 2025
En aquel tropel de emociones que se agitaban en su espíritu, la indignación logró vencer a todas las demás y profirió con acento despreciativo: Estoy perfectamente convencido de que no viene más que por cuartos... pero de todos modos, me importa un bledo su arrepentimiento y su sinceridad... Si está arrepentida, que pida a un cura la absolución.
La gente no va a creerla, pero ahí estás tú para dar fe. Es que... si por casualidad se enteran en la fábrica y me despiden... Descuida, Antoniño. No daré detalles y seguirás conservando todos los elementos necesarios a tu vida: un empleo, una novia, una absolución... Allá por el año de 1835 cayó en España un inglés estrafalario que venía a vender biblias.
No tengo más que un pecado... ¡Uno sólo que llena toda mi vida!... He sido el verdugo de aquella santa con la impiedad, con la crueldad de un centurión romano en los tiempos del emperador Nerón... Un pecado de todos los días, de todas las horas, de todos los momentos... No tengo otro pecado que confesar... La afición a las mujeres y al vino, y al juego, eso nace con el hombre... Pecado grande es haber sido verdugo de un alma y haber puesto en ella garfios encendidos en las hogueras del Infierno. ¡Los garfios que en las carnes de los condenados clava Satanás!... Y ahora me arrodillo para recibir la absolución... Señor capellán, la absolución, y la tuya también, mal hijo, ya que tienen esa gracia tus manos impuras.
Quiero morir aquí, en la misma cama donde murió aquella santa... He vivido siempre como un hereje, sin pensar que hay otra vida, y ahora siento una luz dentro de mí.... Es la luz de la Gracia. Señor capellán, necesito la absolución de mis pecados para reunirme con mi mujer en el Cielo. Es menester que haga confesión de ellos.
Y había continuado diciendo lo que en sustancia era esto: «No debía ella acudir allí sólo a pedir la absolución de sus pecados; el alma tiene, como el cuerpo, su terapéutica y su higiene; el confesor es médico higienista; pero así como el enfermo que no toma la medicina o que oculta su enfermedad, y el sano que no sigue el régimen que se le indica para conservar la salud, a sí mismos se hacen daño, a sí propios se engañan; lo mismo se engaña y se daña a sí propio el pecador que oculta los pecados, o no los confiesa tales como son, o los examina de prisa y mal, o falta al régimen espiritual que se le impone.
¿De modo que no te dio la absolución? No, señor. Me dijo que no me la daba aunque me borrase del periódico aquel mismo día. Todo el pueblo se enteró. Algunas personas dejaron de saludarme, y en la fábrica estuvieron a punto de quitarme el pan. Entonces yo me marché a la ciudad, dispuesto a conseguir una absolución, aunque me tuviese que gastar doscientos reales. ¡Qué demonio!
¡Ah! dijo el bufón cambiando de aspecto de una manera singular : vos, padre Aliaga, sois un santo y llegaréis á mártir, y tú, hermano Felipe, aunque eres tonto, no eres malo. Dios os lo pague á los dos: á ti, por tu indulto, hermano rey, y á vos, por vuestra absolución, padre Aliaga. Hubo un momento de silencio. El tío Manolillo se había levantado y llenaba lentamente de vino una copa.
De la cuestión personal, esto es, de los pecados de Ana, se había hablado poco; el Magistral generalizaba en seguida. «No tenía datos, necesitaba conocer la mujer». Al recordar esto sintió la Regenta escrúpulos. ¡Le había dado la absolución y ella no había dicho nada de su inclinación a don Álvaro! «Sí, inclinación. Ahora que consideraba vencido aquel impulso pecaminoso, quería mirarlo de frente.
Petra no se fiaba de la piedad repentina de la Regenta. «¡Más de una hora de confesión! La carita como iluminada al levantarse con la absolución encima... y ahora este paseo por los campos... y reír... y permitirle ciertas libertades.... No me fío; esperemos». La doncella de Ana era amiga de llegar en sus cálculos y fantasías a las últimas consecuencias.
Concedamos que ha habido culpas, cuyo castigo ha sido nuestra derrota; pero los culpados han sido y son tantos, que lo más prudente no es la absolución, sino la amnistía; olvidar lo que ya pasó, como se olvida el más horrible sueño, y hacer vida nueva.
Palabra del Dia
Otros Mirando