Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de julio de 2025
Yo habría deseado decirle: «Angelina, mi dulce Angelina, óyeme: ¿por qué huyes de mí? ¿por qué te muestras indiferente y desdeñosa con quien te ama? Antes no eras así; antes.... Te amo, Angelina, te amo. No puedo ofrecerte una fortuna, no puedo brindarte riquezas.... Nadie sabe mejor que tú que soy pobre y desgraciado. Tú has sido desdichada también.
Todavía de mí, que era una coqueta... que soy una coqueta... Óyeme: no te fastidies, nada te cuesta decir que todos esos muchachos tenían la cita conmigo. Puedes estar segura que yo no cargaré con la culpa. ¡Ah! pero tú misma, concluyó Adriana acariciándola, has acabado por convencerte de que fue una cita, y una cita con varios.
Sé muy bien que voy a darte una pena... pero, óyeme... Y fingiendo disgusto y como amenazándome, tomó una violeta de larguísimo tallo, y con ella me azotó el rostro cariñosamente, agregando: Me oirá usted, señor mío, o.... ¡No vuelvo a mirarte así, como a tí te gusta! Así.... Y clavó en mis ojos una mirada apasionada y profunda. Te oiré, alma mía, repuse si así lo quieres....
Oyeme: este pobre corazón mío, no había amado nunca: llegué a esta casa y me hablaron de tí; me dijeron que eras huérfano, huérfano como yo, y me fuiste simpático; y me dijeron que eras bueno, muy bueno, y me interesé por tí; leí tus cartas, vi tu retrato, y hallé que eras como yo te había soñado; viniste, y me estremecí al oir tu voz; me hablaste... ¿te acuerdas?... y se ahogó la voz en mi garganta, y palpitó mi corazón trémulo de amor.
Mira tú, huerfanilla añadió la Inmaculada y tú, Pablo, óyeme bien: yo quiero socorrer a la Nela, no como se socorre a los pobres que se encuentran en un camino, sino como se socorrería a un hermano que nos halláramos de manos a boca.... ¿No dices tú que ella ha sido tu mejor compañera, tu lazarillo, tu guía en las tinieblas? ¿No dices que has visto con sus ojos y has andado con sus pasos?
Óyeme, Fernandito, que te estoy hablando añadió Currita con relamida pausa. Incorporóse de nuevo Fernandito, cada vez más turbado, sin quitarse el paño negro de la cabeza. ¿Dijo anoche algo el buey Apis sobre el nombramiento? Nada balbuceó Villamelón. ¿Nada?... ¿Estás cierto?... Los labios de Villamelón temblaron como tiemblan los del chico que va a soltar una mentira.
Una casa embellecida por Angelina; tus tías, felices, complaciéndose en verte; el P. Herrera lleno de alegría; tú y Linilla preparándole una sorpresa; y allá en el jardín dos niños, que parecían dos querubines, jugando con un arillo encascabelado. ¡Eso es lo que tú quieres! Lo tendrás a poco que te empeñes. Oyeme, óyeme: tú eres el único amor de Angelina.
Esos tres son tuyos. Sí, sí, no me digas que no. Mira, trajes: uno, dos, tres. Este es el más bonito para ti. ¿Oyes? Yo quiero mucho a Pedro Real. Yo quiero que tú quieras a Pedro Real. Que te vea muy bonita. Que te vean siempre más bonita que yo. Pero óyeme, a Juan no me lo quieras. Tú déjame a Juan para mí sola. Enójalo. Trátalo mal.
Hay en tí no sé qué muy lúgubre; cierta tristeza y cierto desconsuelo que no me gustan, que me hacen padecer, que me hacen llorar. No parece sino que tienes poco amor a la vida. Pues óyeme: yo no pienso así, no. ¡Dios me libre de ello!
Óyeme añadió solemnemente ; yo me casaré contigo; y para que no interpretes mal mi ofrecimiento, te prometo no ser tu esposo más que en el nombre y mirarte como una hija». Por lástima del pobre viejo no se echó a reír Isidora con el desenfado que había adquirido últimamente. En la pérdida de tantas nobles cualidades conservaba algo de piedad.
Palabra del Dia
Otros Mirando