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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Tres días después volvió Mariano solo. Parecía más ágil, más despabilado, más dueño de su pensamiento y de su palabra. «¿Vienes solo? le preguntó Isidora, asombrada de que no le acompañara su tía. Solito. ¿Y tu tía Encarnación? ¿La vieja? En su casa. Yo soy hombre... De consiguiente, no necesito que me lleven y me traigan. ¿Has ido al trabajo? Sí. ¡Mentiroso!
Llevaba la espada sobre el hombro, y en ella puesto un bulto o envoltorio, al parecer de sus vestidos; que, al parecer, debían de ser los calzones o greguescos, y herreruelo, y alguna camisa, porque traía puesta una ropilla de terciopelo con algunas vislumbres de raso, y la camisa, de fuera; las medias eran de seda, y los zapatos cuadrados, a uso de corte; la edad llegaría a diez y ocho o diez y nueve años; alegre de rostro, y, al parecer, ágil de su persona.
Iré sola, porque no quisiera agravar sus gastos; fuera muy mal hecho el que yo favoreciera mis comodidades mientras mi madre sufre acaso la pérdida de sus bienes. Con el objeto de emprender el viaje con entera libertad, he dado a criar mi pequeñita a una robusta aldeana de Milly. El viaje que voy a emprender es largo, pero me siento tan ágil como si tuviera quince años.
El general hacía un gesto de duda que casi llegaba á ser despectivo. Tenía razón: la belleza de Dora no era extraordinaria. La maestrita poseía el encanto de la juventud, una juventud ágil y sana, mantenida por los deportes y la higiene. Pero lo que se callaba Doroteo era que él la prefería á las beldades del país por lo mismo que resultaba distinta á todas.
El muchacho, sin hacer caso, presa de un terror pánico, redobló sus esfuerzos, tratando de perderse en las callejuelas próximas á la catedral. Pero Velázquez, más ágil, no tardó en darle alcance, poniéndole una mano sobre el hombro. ¿Qué es eso, hijo, por qué corres tanto? El chico retrocedió asustado, arrojándose contra la pared de una casa.
El ataque fue tan recio, que lancé un grito, dándome vuelta en el acto para enfrentarme con mi asaltante, pero tan ágil había sido éste, que antes que pudiera hacerlo, me esquivó el cuerpo y huyó. Oí sus pasos al retroceder corriendo por el camino de Earl's Court, y entonces grité llamando a la policía. Pero nadie me respondió.
No hay ceremonia alguna. Una frase en el acta de matrimonio y todo queda en regla. Esa frase es la que sobra. No hablemos más de ello. Ni una palabra a la duquesa, ¿me lo promete usted? Se lo prometo. ¿Y usted cree que verdaderamente está tan mal la pobre duquesa? ¡Pero si está tan ágil como cuando tenía quince años! El estado de la señora duquesa es bastante serio.
No sólo parecía recobrado de su debilidad, sino que estaba inquieto, ágil y como si acabara de tomar un excitante muy enérgico. En cuanto entró su mujer, se fue derecho a ella, abotonándose el cuello de la camisa, y en tono de acritud le dijo: «Oye... estaba deseando que vinieras para decirte que esas visitas del señor de Feijoo me cargan.
Encubriendo siempre en los abismos oscuros del alma su terrible propósito de matar a Echeloría y de matarse él, Mutileder se ingenió de suerte que se ganó la voluntad de sus jefes inmediatos y hasta del General Benaya, tan ágil para cortar cabezas, según lo demostró a principios de aquel reinado, enviando al otro mundo, a fin de cimentar bien el trono, a Adonia, hermano mayor del rey, y a otros personajes.
Sólo que el pastorcillo era mucho más ágil, y cuando el fraile llegó adonde él estaba, ya en pocos brincos había puesto por medio cuarenta pasos y había desliado la honda de la cintura, y sin saber jota de la historia sagrada preparábase á repetir el lance de David contra el gigantazo de Goliat.
Palabra del Dia
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