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El hombre y la mujer han sido hechos para unirse, comprenderse y amarse, para estar juntos siempre a trabajar, sufrir y luchar por cuanto hay de bueno y de bello en la vida, para afirmar el reinado de la pareja humana sobre el planeta y hacer de él una habitación digna y feliz, libre de tiranías y sufrimientos y apta para ser vivida por séres pacíficos e inteligentes y no por buitres y otras fieras voraces.

DON EDUARDO. En efecto, no tienes hoy mucho que trabajar.... DOÑA MATILDE. ¡En que trabajar! DON EDUARDO. Sólo levantar la cama, barrer el cuarto, y ... pero, lo que es desde mañana, ya me dirás si te queda tiempo para fastidiarte. DOÑA MATILDE. ¿También tendré que barrer mañana?

Todas las clases o grupos sociales tienen derecho a ser representados en las legislaturas para trabajar por las leyes que afectan a sus intereses; los comerciantes pueden eligir a uno de ellos, lo mismo los agricultores, los obreros y los industriales; pero a las mujeres, que no son meramente un grupo sino un compuesto de grupos, con representar la mitad de un país, con propios intereses que sostener no sólo en relación a su sexo sino también en relación a su situación dentro de la familia, no se les permite votar y por tanto no se les permite tener una representación que sostenga aquellas leyes o medidas necesarias para su protección y mejoramiento. ¿Es esto justo? ¿Es siquiera moral?

Ella tiene su propia personalidad y debe dársela, como al hombre, la libertad necesaria para que pueda desarrollarla, tener voz decisiva en sus intereses y destinos, tomar por su cuenta los riesgos de la vida, hacer sus propias aventuras, experimentos y descubrimientos en vez de que el hombre la fije invariablemente la pauta de conducta y le imponga el molde en que debe trabajar.

DOÑA MATILDE. Ay, no lo que tengo ... pero ... no, no me siento muy buena.... ¡Ay! ¡Si se pudiera lavar con guantes de encerado! ¡Qué se ha de poder! ¡Luego cásese usted para estar todo el día sola! ¡Paciencia¡ ¡Picaros autores! dejarse precisamente en el tintero lo que las pobres habían tenido que trabajar entre sus cuatro paredes!... y ello ninguna tenía criada ... como yo ... y habían tenido todas que empezar cada mañana por levantar sus camas ... como yo voy a levantar la mía ... porque si yo no la levanto ... vamos allá ... ¡aquella Juana si que despachaba en casa todas estas cosas en un santiamén! como que estaba acostumbrada ... y yo desgraciadamente no lo estoy.... ¡Lo que pesa el colchón!