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Usted vegetaba en París sobre un mal camastro; los médicos la habían desahuciado, no le quedaban ni tres meses de vida, ¡así me lo habían prometido! ¡Su padre y su madre de usted se morían de hambre!

Gallardo le sabía dueño de una taberna en las inmediaciones del circo, donde vegetaba lejos del trato de aficionados y toreros. No esperaba verle en la plaza, pero el Pescadero dijo con expresión melancólica: ¿Qué quiés? La afisión. Vengo poco a las corrías, pero aún me tiran las cosas del ofisio, y paso como vecino a ve estas cosas. Ahora no soy mas que tabernero.

Lloró la artista oculta en su hotel más de una semana, con gran enfado de Salvatti, que no gustaba de la desesperación dolorosa porque agostaba la hermosura. ¡Sola!... Con su locura había causado la muerte de su padre; ya sólo le quedaba en el mundo aquella buena tía que vegetaba lejos como una planta sin más vida que la devoción. Miró a Salvatti con odio.

Iguales bromas se permitía el Don Quijote que vegetaba en la obscuridad, midiendo telas en Las Tres Rosas.

Tarareaba con aire distraído, agitado perpetuamente por su nerviosa movilidad. Preguntaba con alarma si habían tocado ya a coro, asustado por las amenazas de multa a causa de su retraso. Gabriel sentíase atraído por este artista eclesiástico que vegetaba despreciado en las últimas capas de la Iglesia, pensando más en la música que en el dogma.

No ha muchos años que vegetaba en la inaccion, apesar de sus ventajas hidrográficas, siéndole superior el de Bilbao; pero el canal de Castilla por una parte, que le ha acarreado las harinas del interior, y por otra el reciente ferrocarril, las nuevas carreteras en varias direcciones, y sus comunicaciones por buques de vapor con los demas puertos del Océano y con los de Cuba, le han procurado un desarollo rápido y que no se detendrá en mucho tiempo.

Y así vegetaba ahora, a la vera de doña Basilisa, siempre unidos, transmitiéndose templadas corrientes de mutuo afecto conyugal, pensando en salvar el alma, y no descuidando ayudar a salvar otras. Padre Alesón dijo don Restituto , ese Belarmino me trae... nos trae muy preocupados. ¿Verdad, Basilisa?

La adquisición del castillo le proporcionó una honrosa amistad, viendo en ella la mayor ventaja del negocio. Entró en relaciones con un vecino, el senador Lacour, que había sido ministro dos veces y vegetaba ahora en la Alta Cámara, mudo durante la sesión, movedizo y verboso en los pasillos, para sostener su influencia.

Fingían sorpresa al verla, la abrazaban, admiraban su traje, hacían elogios de su hermosura, le pedían datos sobre las últimas modas, y escapaban, procurando no tropezarse con ella otra vez. Ojeda la conocía vagamente. Su marido había sido de «la carrera», un antiguo plenipotenciario que actualmente vegetaba retirado en una ciudad de provincia.