United States or Andorra ? Vote for the TOP Country of the Week !


Perdido de cólera don Lope, y entre los dos terribles escollos de la honra y del amor, revolvía en su alma mil medios para poder asistir al desafío de Muley y amparar los miedos tan bien fundados de su señora. Resuelto al fin, llama a su escudero y le presenta el estado de las cosas. Cigarral, que no se turbara ni por venir rodando de una torre abajo, le dijo: Todo es no nada y asunto ninguno.

Respecto a que Tirso diese margen a disgustos de otra índole, por proponerse la conversión de la familia o emprender campaña para despertar su fervor religioso, nada receló: antes era de temer, según el carácter que el cura demostraba, algún rasgo de intolerancia, exceso de celo o frase áspera que turbara la tranquilidad del hogar, porque la falsa circunspección que Tirso observaba oyendo comentar noticias de la guerra se parecía mucho al disimulo.

Hiciéronlo ansí, y pusierónse sobre una loma, desde la cual se vieran bien las dos manadas que a don Quijote se le hicieron ejército, si las nubes del polvo que levantaban no les turbara y cegara la vista; pero, con todo esto, viendo en su imaginación lo que no veía ni había, con voz levantada comenzó a decir: -Aquel caballero que allí ves de las armas jaldes, que trae en el escudo un león coronado, rendido a los pies de una doncella, es el valeroso Laurcalco, señor de la Puente de Plata; el otro de las armas de las flores de oro, que trae en el escudo tres coronas de plata en campo azul, es el temido Micocolembo, gran duque de Quirocia; el otro de los miembros giganteos, que está a su derecha mano, es el nunca medroso Brandabarbarán de Boliche, señor de las tres Arabias, que viene armado de aquel cuero de serpiente, y tiene por escudo una puerta que, según es fama, es una de las del templo que derribó Sansón, cuando con su muerte se vengó de sus enemigos.

Por si no me equivocaba, conté la historia de Luz desde que tuvo uso de razón, desde el día en que vino al mundo; su carácter, su inocencia; mis incesantes afanes porque la conservara, porque no supiera jamás entre qué inmundicias había caído..., en fin, porque no se pareciera a su madre ni tomara en su ejemplo la menor disculpa para no ser buena, si algún día se obraba milagro de que aquel corazón tan puro llegara a corromperse: de todo esto hablé; y después de hablar de ello, hablé de sus extrañas fantasías, origen de unos amores que, por nacer como nacieron, parecían providenciales; de mi súbito cambio de costumbres, de mis esperanzas..., de mi soñada felicidad, que sólo consistía en que jamás turbara la de Luz el ruido de los escándalos de su madre.

En la taberna del Sr. Poenco no se pensaba más que en libaciones en honor del gran suceso. Los majos, contrabandistas, matones, chulos, picadores, carniceros y chalanes, habían diferido sus querellas para que la majestad de tan gran día no se turbara con ataques a la paz, a la concordia y buena armonía entre los ciudadanos.

A todo esto, y desde la vuelta de su nodriza al pueblo, la habían puesto al cuidado de una niñera, que la sacaba a orearse por el Retiro tres o cuatro veces a la semana, y dormía a su lado en una de las habitaciones más apartadas de la de su madre, con el piadoso fin de que no la turbara el sueño por la noche.