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Cuando D. Francisco, transido de dolor, se acercaba á la abertura de las entornadas batientes de la puerta y echaba hacia adentro una mirada tímida, creía escuchar, con la respiración premiosa del niño, algo como el chirrido de su carne tostándose en el fuego de la calentura.

Con todo esto, diéronme de comer, que estaba transido de hambre, y apenas me pudieron remediar. Y ansí, de poco en poco, a los quince días me levanté y estuve sin peligro, mas no sin hambre, y medio sano. Luego otro día que fuí levantado, el señor mi amo me tomó por la mano y sacóme la puerta fuera y, puesto en la calle, díjome: "Lázaro, de hoy más eres tuyo y no mío.

Ello es que los casacones acudían a todas partes y no perdían movimiento alguno. Entrada la noche, y hallándome transido de frío, abandoné la cubierta, donde apenas podía tenerme, y corría además el peligro de ser arrebatado por un golpe de mar, y me retiré a la cámara. Mi primera intención fue dormir un poco; pero ¿quién dormía en aquella noche?

Al oír aquellas palabras de Tarlein quise gritar: «¡Viva el Reypero no pude, y recliné la cabeza en los brazos de mi amigo, lanzando un gemido; mas temeroso de que él interpretase mal mi silencio, volví a abrir los ojos y procuré articular aquellas palabras: «¡Viva!...» ¡Imposible! Mortalmente cansado, transido de frío, me cobijé en brazos de Tarlein, cerré los ojos y quedé desvanecido.

Ceniciento velo ocultaba las rocas y sólo podía yo divisar á trechos vagas masas negras y amenazadoras que, según lo espeso de la bruma, se acercaban y alejaban alternativamente. Hallábame transido de frío, entristecido, mal humorado. De pronto hízome levantar la vista una claridad reflejada por innumerables gotas. Habíase desgarrado la nube de agua y nieve encima de mi cabeza.

Venía el tranvía, el suyo, con su luz roja brillando, como un ojo de fuego, en medio de la neblina; míster Robert se metió en él, transido de frío. El reloj del Cabildo daba las seis. Era la hora ordinaria de su regreso al hogar, en invierno, porque en verano no lo hacía hasta después de las siete. Al escritorio llegaba siempre a mediodía; el mismo tranvía le dejaba en la esquina de la Catedral.

Con todo esto, diéronme de comer, que estaba transido de hambre, y apenas me pudieron remediar. Y ansí, de poco en poco, a los quince días me levanté y estuve sin peligro, mas no sin hambre, y medio sano. Luego otro día que fui levantado, el señor mi amo me tomó por la mano y sacóme la puerta fuera y, puesto en la calle, díjome: Lázaro, de hoy más eres tuyo y no mío.

aquí mi mano. Y con esta van tres veces que suena la campana llamándonos á comer, exclamó Germán mientras todos se dirigían en grupos hacia la abadía, comentando las peripecias del combate. ¡Por Dios vivo! señor de Pleyel, dad una copa de buen vino á vuestro amigo en cuanto lleguéis, porque está transido, sin contar que ha tragado dos azumbres de agua.

Para el alma nutrida de pesares, para el transido corazón, acaso es el asilo de la paz suprema, del reposo y la calma en Eldorado. Pero el viajero que azorado cruza la región no contempla sin espantos que a los mortales ojos sus misterios perennemente seguirán sellados, así lo quiere la Deidad sombría que tiene allí su imperio incontrastado.

Apolonio paseaba, nervioso y tremante, zapatería arriba, zapatería abajo, erguida la cresta, amenazador continente, transido de funesta cólera. No le faltaba sino que le nacieran espolones. No podía resignarse a la humillación. Era imprescindible y apremiante demostrar al mundo que su cerebro aventajaba en altitud al de Belarmino, como el cedro al hisopo. En esto entró Novillo.