United States or Democratic Republic of the Congo ? Vote for the TOP Country of the Week !


Te voy á dar la lista completa de los hombres que con ella han hablado en estos dos meses: y nuestro camarada Gualtero de Pleyel, el padre Cristóbal, del priorato, el pajecillo Rubín y yo. ¿Sabes de algún otro? No por cierto, respondió Roger; y ambos apuestos jóvenes siguieron cabalgando en silencio hasta llegar al castillo.

Es el pobre Pleyel, no hay duda, gruñó Simón. ¡Pero que me aspen si no le ajusto yo las cuentas á este senescal de los demonios por la manera que tiene de tratar á sus huéspedes! No, no, Simón, los asesinos son aquellos bandidos ocultos en el bosque de que te hablé antes. Y el barón, sabe Dios qué suerte le habrá cabido. Vuelo á su lado....

No dudo que Froilán de Roda mostrará ser digno hijo de su valiente padre, y , Gualtero, del tuyo, el noble señor de Pleyel. Cuanto á Roger, recuerda siempre la casa á que perteneces y el honor que te hace y los deberes que te impone la larga línea de los señores de Clinton.

Tiempo hace que busco un vihuelista, flautista, ó lo que sea, que nos acompañe y pueda tocar de oído, y vos lo tenéis magnífico. Venid con nosotros á Pleyel, que no os ha de pesar, ni os faltarán algunos ducados, buena cerveza y mejor humor mientras sigamos juntos. Sin contar con que jamás hemos tenido cena sin una buena tajada de carne en el plato y vos no seréis menos.

¡San Jorge nos asista! gritó Gualtero de Pleyel. ¡El barón está en la galera, peleando con los genoveses! ¡Se lo llevan! ¡Está perdido! gritó á su vez Froilán de Roda. ¡Saltemos, Gualtero! Ambos jóvenes, de pie sobre la borda del Galeón, se lanzaron al espacio.

Y contestando á vuestra pregunta, os diremos que nuestra profesión nos obliga á inventar y ensayar continuamente nuevas suertes, una de las cuales y de las más difíciles y aplaudidas habéis presenciado. Venimos de Chester, donde hemos hecho la admiración de nobles y plebeyos y nos dirigimos á las ferias de Pleyel, donde si no ganamos muchos ducados no nos faltarán aplausos.

La mayor parte de los espectadores preveían una lucha desigual, mas no faltaban dos ó tres lidiadores expertos que notaban con aprobación la firme mirada y los ágiles movimientos del doncel. ¡Alto, señores! exclamó Norbury apenas se cruzaron las espadas. El arma de Tránter es casi un palmo más larga que la de su adversario. Toma la mía, Roger, dijo Gualtero de Pleyel.

Á ver las armas. ¡Hola! aquí tenemos á un Clinton, de la antigua familia de Hanson y á uno de los Pleyel, rancia nobleza sajona. ¿Y vos? Norbury. Los hay en Chesire y también en la frontera de Escocia. Corriente, señores míos; vuestra admisión y presentación tendrán efecto al instante.

Pero ¿estás herido, Roger? ¿Qué palidez es esa? Lo único que tengo, señor barón, es pesar amargo por la desdichada muerte de mi buen compañero de Pleyel. ¡Ah, ! dijo tristemente el noble.

Dos nobles amigos del barón le encomendaron á sus hijos, jóvenes y apuestos caballeros llamados Froilán de Roda y Gualtero de Pleyel, para que compartiesen con Roger de Clinton los honores, peligros y deberes del cargo de escuderos.