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Adquiría Jerez inmensa riqueza con la fama universal de sus vinos, y sobre las techumbres de las bodegas alzábase dominadora la iglesia del jesuíta. Descubría Bilbao sus minas y en seguida se presentaba el ignaciano á pedir su parte, levantando la universidad y el templo; la fábrica de autómatas y la tienda donde se vende la salvación eterna.

Enviábanse las dos, por encima de la enorme extensión azul, el centelleo de sus techumbres y vidrieras, convertidas por el sol en placas de fuego. Unos vapores iguales a casas flotantes iban de una a otra orilla, estableciendo la comunicación entre ambas poblaciones.

El interior de las salas era muy análogo; techumbres mudéjares, frisos de yeso, con cuyo material, ó estuco grabado, como se ve en la Alhambra, decoraríanse las paredes, cuando no con guadameciles, sargas ó tapicerías de Arras á que llamaban paños de «rrásintroduciéndose en esta época el adorno de los muros con variados asuntos «pintados al fresco ó al temple» de los cuales se han descubierto restos en la casa de Pilato, y acerca de cuya decoración creemos interesante consignar algunos datos, por su curiosidad.

38 Sobre todas las techumbres de Moab y en sus plazas, todo él [será] llanto; porque yo quebranté a Moab como a vaso que no agrada, dijo el SE

Hay escaleras que empiezan y no acaban; vestíbulos o plazoletas en que se ven blanqueadas techumbres que fueron de habitaciones inferiores. Hay palomares donde antes hubo salones, y salas que un tiempo fueron caja de una gallarda escalera.

Por encima de las techumbres de los almacenes vió un patio donde estaban puestas á secar enormes cantidades de carne convertida en cecina. A puñados arrebató esta reserva alimenticia, arrojándola en el cesto que había sacado del bote. También limpió otro patio de los víveres que guardaba formando montones, y los depositó en el mismo cesto sin ningún orden.

La escalera de oro propiamente llamada tal con tallados del metal de su nombre, con un lujo de decoracion de que no hay ejemplo, con un prodigioso gusto artístico, con artesonados y techumbres de maravillas, con gradas de mármol y pórfido, con tallados de estatuas de maestros, en una palabra, con milagros.

Los bosques sombríos de los sitios reales, las arboledas obscuras del invierno, fueron y son sus paseos favoritos. Sus palacios de campo tienen techumbres negras, torres achatadas, con veletas y tétricos claustros, como si fuesen monasterios.

Llegaban arrollados por el viento los estrépitos de la industria, el martilleo poderoso, los resoplidos de las máquinas, el mugido de los convertidores del acero que lanzaban por encima de las techumbres su chorro de chispas y escorias. Aresti admiraba esta grandeza industrial. ¡Todo era obra de su primo!

Catalina, al ver las sombrías techumbres, los viejos cobertizos, los establos, toda aquella antigua morada donde había pasado su juventud, donde se había deslizado la apacible y laboriosa existencia de su padre y de su abuelo y que ella iba a abandonar quizá para siempre, experimentó una angustia terrible; pero nada dijo, y saltando del trineo, como en otras ocasiones cuando volvía del mercado, exclamó: Vamos, Luisa; por fin nos vemos otra vez en nuestra casa, gracias a Dios.