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Llegaban arrollados por el viento los estrépitos de la industria, el martilleo poderoso, los resoplidos de las máquinas, el mugido de los convertidores del acero que lanzaban por encima de las techumbres su chorro de chispas y escorias. Aresti admiraba esta grandeza industrial. ¡Todo era obra de su primo!

Por las mañanas, la tertulia era en casa del zapatero que enseñaba los gigantones, un hombrecillo amarillento y enfermo, con eternos dolores de cabeza que le obligaban a llevar varios pañuelos arrollados a guisa de turbante. Era el más pobre de las Claverías.

Avanzaron unos arrastrando los pies, otros con saltitos de pájaro, alguno con los ojos muy abiertos, mostrando en las pupilas la vaguedad de la ceguera senil, todos temblorosos de frío, con el cuerpo forrado de bayeta amarilla y la gorra calada sobre dobles pañuelos arrollados a las sienes. Era la vieja guardia corriendo a morir junto a su ídolo.

Al llegar Rafael a la plazoleta de la ermita, descansó de la ascensión, tendiéndose en el banco de mampostería que formaba una gran media luna ante el santuario. Reinaba allí el silencio de las alturas. Los ruidos de abajo, todos los rumores de vida y labor incesante de la inmensa llanura, llegaban arrollados y aplastados por el viento, cual el susurro de un lejano oleaje.

En este estado no le quedaba mas alternativa que salir al encuentro de la columna auxiliadora, ó retirarse: prefirió este último arbitrio, teniendo á su disposicion un ejército de 17,000 hombres! Se replegó hácia la provincia de Tinta, donde no tardó en alcanzarlo Valle al frente de 16,000 hombres. Le aguardó Tupac-Amaru con 10,000, que fueron arrollados en las inmediaciones de Tungasuca.

Estamos deshechos, rasgados y arrollados: la muerte se incuba en nuestras entrañas; somos harapos caídos e informes después de haber pasado por los engranajes de una sociedad absurda. Por esto te quiero: porque eres igual a en la desgracia. La afinidad electiva nos une.

Creyó soñar; chocaron sus dientes, su cara púsose verde, y le cayó la capa, dejando al descubierto un viejo gabán y los sucios pañuelos arrollados á su cuello. Tan grandes eran su terror y su turbación, que hasta le habló en castellano. ¡Barret! ¡hijo mío! dijo con voz entrecortada . Todo ha sido una broma: no hagas caso. Lo de ayer fué para hacerte un poquito de miedo... nada más.

Santander cargó en proteccion de Campon y fué derrotado; en seguida el coronel Blanco, gefe de vanguardia cargó con el Escuadron núm. 7 de Milicias y el de tiradores de la libertad, los que despues de tres cargas fueron arrollados, dejando en el campo treinta y nueve muertos, entre ellos, al capitan Campon y al subteniente Alberdi.

Una vieja, delgada de rostro, y enorme de cuerpo por los pañuelos que llevaba arrollados al busto y los innumerables zagalejos de su faldamenta, vigilaba el hervor de un puchero, con las manos cruzadas sobre el delantal de arpillera, mirándose con ojos bizcos los cuernos del pañuelo rojo arrollado á la cabeza.

La avalancha de visitantes se había fraccionado para tomar los cuatro caminos en espiral arrollados á las patas de la mesa. Gillespie vió surgir por los escotillones á muchos servidores suyos, hombres y mujeres, que se colocaron en uno de los lados de la planicie de madera, esperando órdenes.