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Era Raveloe una aldea de aspecto importante, en el corazón de la cual se alzaban una bella y antigua iglesia, con un vasto cementerio, así como dos o tres grandes edificios construidos de piedra y ladrillo, cuyos techos estaban adornados con veletas y los huertos bien cercados de paredes.

Muy bien dijo el cura, comprendiendo que no había cambiado tanto de ideas como él creía, lo que me valió una dulce sonrisa, pues el cura detesta a las veletas. ¿Qué desea usted saber de éste su humilde servidor? prosiguió, con mirada maliciosa. ¿Me van ustedes a condenar a otra conversación sobre las solteronas? preguntó la abuela descontenta.

Se levantaba muy temprano, y se apresuraba a emprender el trabajo como si alguien le obligara o hubiese tomado un destajo, se acostaba muy tarde y jamás se acercaba a la ventana para averiguar si llovía o hacía sol; seguro estoy de que se marchó de Trembles ignorando que en las torrecillas había veletas, sin cesar agitadas, que señalaban los cambios de dirección del viento y la alternada vuelta de ciertas influencias atmosféricas.

No es un edificio del renacimiento, ni del feudalismo, y sin embargo, nos parece que tiene algo del feudalismo y del renacimiento; algo del siglo X y del siglo XIV. Tiene lo que debe tener un palacio; no tiene nada de lo que tiene una abadía ó un convento, y sin embargo, menos que la idea de palacio me suministra la idea de una abadía, con su pórtico, sus columnas, sus ventanas, sus torreones y las esbeltas y atrevidas agujas de sus para-rayos, que parecen ser veletas de un templo.

Los bosques sombríos de los sitios reales, las arboledas obscuras del invierno, fueron y son sus paseos favoritos. Sus palacios de campo tienen techumbres negras, torres achatadas, con veletas y tétricos claustros, como si fuesen monasterios.

Voy á decirlo, sin temor de que muchos se escandalicen: este San Sulpicio, con sus ventanas, sus columnas, sus torreones y sus veletas, que parecen aspas de un molino de viento; este San Sulpicio, con su gran pórtico; su nave extensa, desnuda, callada, sombría; su coro aislado; su majestuoso altar mayor; su oculta capilla de la Vírgen, iluminada por una luz confusa, indecisa, misteriosa, y sus enormes conchas venecianas que sirven de pilas; este San Sulpicio, vuelvo á decir, es más iglesia, más templo cristiano, que la Magdalena y el Panteon.

Era la niña mimada de los maridos en perspectiva, que en mis hermosos ojos, veían brillar mi dote; la niña mimada de los bailarines, a quienes mi coquetería divertía, y confieso en voz baja, muy baja, que sentía una felicidad inmensa en jugar con los corazones y en metamorfosear las cabezas en veletas. ¡Oh, coquetería, qué encanto en cada letra de tu nombre!

Algunas puertas ostentan lindos azulejos con la figura de San Isidro y la fecha de la construcción, y en los ruinosos tejados, llenos de jorobas, se ven torcidas veletas de chapa de hierro, graciosamente labrado.

Por el ancho hueco de la ventana se veían torres, veletas, campanarios, las masas rojizas y las líneas quebradas de los tejados vecinos, y dominándolo todo, el cielo azul radiante de esplendorosa claridad. Un rayo de sol venía a juguetear sobre los ladrillos del piso haciendo dibujos luminosos. Don Juan pensó llegar a una casa de burgueses ricos y estaba rodeado de pobreza.

Las campanas dijo el insigne comerciante , y si me apuran, el pararrayos y las veletas. Quiero concluir el edificio, ya que el amigo Aparisi lo quiere empezar. La primera piedra no hay quien me la quite expresó Aparisi con toda la hinchazón de su amor propio. Algo más daremos, ¿verdad Baldomero? apuntó Barbarita , por ejemplo, toda la capilla, con su órgano, altares, imágenes...