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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Sobre las paredes de ladrillo cocido, sin revoque exterior, ó de simples adobes, se elevaban las techumbres hechas con planchas de cinc ondulado. En el interior de la casa del dueño los tabiques sólo llegaban á cierta altura, dejando circular el aire por toda la parte alta del edificio. Las habitaciones eran escasas en muebles.

Se hace un largo silencio. Llegan cacareos de gallos y ladridos de perro. Yo siento como si hubieran pasado tres o cuatro horas en este ambiente de soledad, de aburrimiento, de inercia, de ausencia total de vida y de alegría. Miro el reloj; son las dos; ha transcurrido media hora. A lo lejos destaca el pueblo con sus techumbres negras y las manchas blancas de las fachadas.

Ora cruza el visitante esas salas-mosáicos, encantadoras, que pertenecen al afeminado pero poético estilo oriental ó morisco, con sus techumbres cuajadas de filigranas, sus mil colores pintorescos, sus caprichos de inspiración, su regularidad de ejecucion, su voluptuoso refinamiento de combinaciones.

Eran aglomeraciones de techumbres que cubrían la pendiente de una colina, asomando entre ellas la arboleda de un gran jardín.

Ramiro admiró el fantástico arminio que revestía las techumbres y las almenas en la noche diáfana; ¡y soñó en cosas del Cielo, en claras armonías del Paraíso, en el alma de Teresa de Jesús gozando de Dios, entre la innumerable blancura de los serafines!

Vió de lejos otro palacio grandioso, y como adivinase que era la Universidad por las grandes lechuzas doradas que coronaban las techumbres cónicas de sus torres, quiso ir hacia él; pero Ra-Ra le disuadió. Más tarde, gentleman. Allí descansará usted. Y dirigió su marcha hacia el puerto.

En efecto, grandes formas piramidales forradas de plomo nos indicaban las grandes techumbres en cuya superficie inferior hacen volatines los angelones de Bayeu. A lo mejor, andando siempre, nos encontrábamos en un espacio cerrado que recibía la luz de claraboyas abiertas en el techo, y teníamos que regresar en busca de salida.

El interior de las estancias nos lo figuramos decorado con zócalos de azulejos, frisos de yeserías y techumbres de alfarje ó de policromadas vigas y los muros blanqueados con cal, cubiertos de sargas, de guadameciles ó de tapicerías, según la fortuna de los dueños. En cuanto al portage, debió ser, ya de maderas taraceadas, ya con clavazón de hierro ó ya con adornos pintados de vivos colores.

Los tejados de la catedral, negruzcos y vulgares, extendíanse a los pies de Gabriel. Enfrente, sobre una colina, alzábase el Alcázar, más alto y enorme que el templo, como si guardase el espíritu del emperador que lo construyó. César del catolicismo, campeón de la fe, pero que ansiaba tener la Iglesia a sus pies. La ciudad esparcía sus techumbres en torno de la catedral.

Grave, severo como todo lo que lleva sobre el sello teocrático, no presentaba aun mas que calles de columnas con capiteles medio bosquejados, sobre cuyos arcos de herradura descansaban techumbres de madera.

Palabra del Dia

ciencuenta

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