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Mi cara no debe expresar suprema alegría, porque el taimado galeno se echa a reir y agrega: Le vamos a dar en cambio una compensación... Los Funes han vivido estos quince días con la cabeza en el aire, y no extrañe, pues, si han olvidado muchas cosas, sobre todo en lo que a Vd. se refiere... Por lo pronto, hoy cenamos allá.

Esa es la fija, y hasta la primera contestó don Celso montando a caballo. Quede usted con Dios, buen hombre añadió el candidato, montando también, abrochándose las solapas y poniéndose los guantes, señal de que nada se prometía ya del brillo de sus alhajas para mover el ánimo de aquel pedazo de bruto, con costras de taimado... y de sebo....

El corregidor contempló sorprendido al barón, cuya endeble apariencia mal se avenía con la fama de sus proezas. Sois tanto más bienvenido, díjole después de repetir el respetuoso saludo que antes había dirigido al taimado arquero, por cuanto esta leal ciudad de Lepe necesita más que nunca defensores como vos y vuestros soldados. ¿Qué decís?

Mas había llegado ya la hora de barrer para fuera, y el taimado Butrón levantaba con disimulo la escoba para sacudir al joven Telémaco el primer escobazo, sin echar de ver que otra escoba más poderosa se levantaba también a su espalda con la idea deliberada de ejecutar con él la misma maniobra.

El taimado clérigo sabía muy bien que los tribunales eclesiásticos procuran encubrir los delitos de los sacerdotes para evitar el escándalo, cuyas consecuencias son peores. Se hace como que no se cree en ellos, para no verse en la precisión de imponer una pena que excite la atención demasiado. Determinaron, pues, acudir en queja al juez de primera instancia.

Hoy, gracias a los caprichos de la moda, no causa novedad el ver hombres con la barba entera, a la manera inmemorial de los pueblos de Oriente; pero aún no dejaría de sorprender por eso la vista de un pueblo que habla español y lleva y ha llevado siempre la barba completa, cayendo muchas veces hasta el pecho; un pueblo de aspecto triste, taciturno, grave y taimado, árabe, que cabalga en burros y viste a veces de cueros de cabra, como el ermitaño de Enggady.

No faltó quien informase luego que el muy taimado de la sangre azul tenia sus viejas marrullas de rezandero, que le hacian parecer pasablemente pecador. En ninguna parte es tan ridículo el tartufo como en alta mar. Pero nada tan curioso como una Francesa que venia de San-Francisco de California con su marido, victima de un mareo permanente.

Aguárdate, vamos a leer lo que dice allí y yo, que no era muy fuerte para leer de corrido, me puse a deletrear los motes de los bastidores: «Men-gua y bal-dón a los cobar-des que aban-do-na-ron a sus herma-nos en la ho-ra del pe-li-gro». ¡Mengua para ellos! me contestaba Alejandro, taimado. Demos vuelta, vamos a ver lo que dice del otro lado del arco.

El intruso se vende, gracias á los singulares tumbos que da... ¿Quién queréis que deje de conoceros, preciosa máscara, sir Bernardo el Ermitaño, taimado cangrejo que tratabais de haceros pasar por un inocente molusco? Los peces que cargáis sobre vuestra conciencia os perturban y agitan demasiadoOrillas de nuestro Océano, extrañas á esos movimientos, las flores animadas despliegan sus corolas.

Aunque el pintor continuase, bondadoso como era, recibiendo al taimado aprendiz en su casa y ayudándolo pecuniariamente, no podía pasar inadvertido para aquel ente que estorbaba, que no era con tanta frecuencia invitado a comer, que Beatriz, que se ocupaba mucho de la educación de Marcelita, evitaba el dejar a la niña a solas con él, y ante tales procederes, que Calvat consideraba verdaderos ultrajes, no había venganza que no se encontrase pronto a esgrimir contra aquella que paso a paso lo iba desalojando de una casa que él consideraba como suya.