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Cristeta e Inés quedaron juntas en el cuartito; la segunda decía: Con la Jesualda no estará usted mal; es formalota y no tiene mala vecindad; abajo, una viuda y su hija que cosen para el corte; en el segundo, una tal Mónica, que tiene huéspedes de medio pelo, ¡figúrese usted en aquel barrio qué huéspedes ha de haber!; arriba, un militar retirao que vive con una que dicen si es sobrina u lo otro; y en el sotabanco, la madre del niño y la sobrina, que ahora las llamaré.

Javier y el Doctrino tomaron en competencia posesión de la cama. Lázaro se acomodó lo mejor que pudo en una silla de tres pies y medio, y el poeta continuó en pie haciendo los honores del sotabanco. Del cajón de la cómoda sacó un pedazo de queso envuelto en un papel, que se había hecho transparente.

Pues esa oficiala, compañera mía hablaba Carola me ha dicho que por los chicos que trajeron los muebles sabe que hay un sotabanco de cincuenta riales. No hay tal; son guardillas trasteras de los enquilinos..., buenas familias. Y fue enumerando cuanta gente había en la casa, hasta llegar al cuarto entresuelo.

Un hombre mal intencionado podía ocultarse muy fácilmente... en el cuarto de mi doncella, por ejemplo, en el instante de disolverse la tertulia, cuando es menos notado cualquier movimiento y menos extraña la presencia de una persona; salir de su escondrijo en hora conveniente; hacer lo que se había propuesto, y aguardar en otro escondite a que los criados bajaran del sotabanco, abrieran las puertas, después de abierta la de la calle, y largarse a ella muy tranquilo. ¡Pues si la doncella estuviera de acuerdo con el ladrón!... ¡Qué espanto!

La portera de su casa me dijo que la infeliz había estado en buena posición pero que se veía ya en la mayor miseria, sin que ganase cosiendo lo bastante para mantener a su hijo, niño de cinco años. Subí a su sotabanco, ni más ni menos que en las novelas, y para hablar con ella inventé una piadosa mentira. La esperanza de la limosna hizo que no se parase a inquirir si yo decía o no verdad.

Nunca la había visitado, pero sabía sus señas: Cuervo, 14, sotabanco, cerca del cielo. ¡Siempre, anda la felicidad por las nubes!

De pronto sonó a lo lejos una voz femenina que llamaba cariñosamente; el caballero apagó la luz, y a oscuras, andando a tientas, que es como el hombre camina hacia la felicidad, salió en busca de su mujer. Varía la decoración y son otras las personas. En un miserable sotabanco habita un matrimonio pobre.

El resto de la servidumbre ocupaba un sotabanco que mi padre había alquilado con este objeto, en su horror instintivo al tufo y al desaseo de la plebe.

Deslizose a lo largo del portal angosto, obstruido y casi intransitable por los colgajos de un comercio de cordelería que en él existe; subió la escalera, con rápidos andares hasta el principal, con moderado paso hasta el segundo; llegó jadeante al tercero, que era el último, con honores de sotabanco.

Viviremos en un sotabanco, solos y tan contentos». Entonces empieza a ver que las casas y el cielo se desvanecen, y Juan no está ya de capa sino con un gabán muy majo.