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El resto de la servidumbre ocupaba un sotabanco que mi padre había alquilado con este objeto, en su horror instintivo al tufo y al desaseo de la plebe.

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El anverso de la medalla no se correspondía con el dorso; pecho alisado con rasero; rostro acecinado y de ojos conspicuos; una faz del todo masculina. ¡Uf, uf! ¡Qué hombre ése! rompió a parlotear . Qué aspecto de desenterrado. Si huele a camposanto.... No , Belarmino, como le admite usted aquí. Ha dejado un tufo.... Esta noche me da la pesadilla. ¡Ay! Si le veo no entro.

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Ramiro atisbaba un tufo de Oriente; todo trascendía para él a magia, a nigromancia, a Alcorán; y el odio religioso, exaltado por su remordimiento, le contraía el corazón cuando atravesaba los barrios de la morería, entre las covachas atestadas de sedas multicolores, de bonetes de grana, de cereales, de especias, de perfumes.