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Poco sobrevivió á esta feroz proeza, que le valió el epíteto de Doña María la Brava; pero más de un siglo los bandos que de ella nacieron entre los caballeros salmantinos ligados con una ú otra familia, á los cuales se dice servía de línea divisoria, rara vez hollada, el Corrillo de la Hierba, explicando este título, allá como en Zamora, por lo solitario y medroso del sitio.

La anciana condesa, apegada a aquella niña con la pasión de las abuelas que no siempre han sido madres tiernas, apenas la sobrevivió; y el señor Neris, padre y abuelo igualmente desgraciado, sacudió el polvo de los zapatos en el umbral de la Ciudad Eterna, volvió la espalda a ese sol mentiroso, prometedor de vida que no había podido caldear sus miembros helados, y volvió a meterse en su agujero como un animal herido para terminar su existencia donde Blanca había empezado la suya y delante de la tumba donde reposaría un día a su lado.

Mi padre, desesperado por la muerte de su mujer, a la que amaba apasionadamente, no la sobrevivió más que cuatro años.

Luis de Belmonte, que probablemente sobrevivió muchos años á Lope de Vega, escribió también diversas comedias, asociado á otros poetas más jóvenes, como, por ejemplo, El mejor amigo el muerto, con Francisco de Rojas y Calderón.

La Condesa sobrevivió, se diría que expresamente para cumplir su resolución y morir también luego. ¿Ha muerto mi madre? exclamó doña Luz con lágrimas en los ojos. Ha muerto. ¡Y sin llamarme a , sin verme, sin darme un abrazo!... La Condesa lo ansiaba, pero al propio tiempo lo temía.

Juan Rana, según Caramuel el cómico más notable de cuantos hubo en el teatro español, floreció en los reinados de Felipe III y Felipe IV. Heredia, actor y director de compañía, ya muy famoso á principios del siglo XVII; su esposa, también muy renombrada, María de Heredia, le sobrevivió largo tiempo, y murió en Nápoles en 1658.

Lorenzo Hurtado, uno de los fundadores de la cofradía de Nuestra Señora de la Novena, tantas veces citada en el tomo anterior, que sobrevivió, al parecer, largo tiempo á todos los demás fundadores de esta hermandad, y que fué muy notable en las representaciones del teatro del Buen Retiro.

Como todos sus esfuerzos habían fracasado, su familia se encontró, entonces, en una situación vecina a la miseria. Su mujer no le sobrevivió mucho tiempo; Pablo y Matilde quedaban huérfanos. Estos niños fueron recogidos por un tío sin fortuna, quien, para mayor desdicha, era un inventor desgraciado que sólo se ocupaba en gastar sus últimos pesos en extravagantes combinaciones químicas.

En cuanto a Cliff, tenía vergüenza de que lo llamaran sastre. Además, lo mortificaba cruelmente que se burlaran de su manera de montar, y ninguna persona de distinción de la vecindad lo podía soportar. Entretanto, su pobre hijo cayó enfermo y murió. El padre no le sobrevivió mucho. Se había puesto más extravagante que nunca.

Desgraciadamente para su gloria, no le sobrevivió su obra; pues en el famoso terremoto de 1746, al derrumbarse una parte del arco, vino al suelo la estatua. Y aquí queremos consignar una coincidencia curiosa.