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Los perros aullan, los bueyes mugen, y es forzoso abandonarles la casa, a trueque de ser roído en diez horas hasta el esqueleto. Permanecen en el lugar uno, dos, hasta cinco días, según su riqueza en insectos, carne o grasa. Una vez devorado todo, se van. No resisten sin embargo a la creolina o droga similar, y como en el obraje abundaba aquella, antes de una hora quedó libre de la corrección.

El fisco, cual furioso león hambriento, devoraba judíos, devoraba moros, y de tan rico manjar no quedaban ni los huesos. Otro tanto acontecía con el pueblo. Flaco y roído hasta los tuétanos, pedía un milagro que hiciera llover oro.

Ellos son los que han roído las paredes de los desfiladeros, los que arrastran los fragmentos de roca, los que muelen y trituran las piedras, y los que arrastran la arena y diluyen la arcilla. Ellos son también los que poco á poco rebajan los continentes para engancharlos hacia el mar en vastas llanuras en donde tarde ó temprano construirá ciudades y practicará puertos. #El cielo de las aguas#

El armador, un avaro, había aprovisionado el buque con escandalosa parsimonia, y el capitán a su vez había roído los víveres, apropiándose una parte de la cantidad destinada a la compra. Nos daban dos galletas al día, llenas de gusanos. Cuando recibí las primeras me entretuve cuidadosamente, como un señorito de buena casa, en quitarles uno por uno aquellos animalejos.

Otros olivos tenían el corazón roído, vaciado; sostenían simplemente la mitad de su coraza de corteza, como una torre partida por una explosión; pero en lo alto ostentaban su inverosímil cabellera vegetal, unos puñados de hojas plateadas á lo largo de las ramas sinuosas y negras.

Verificábase en Lucía la encantadora transición de niña a mujer; sus movimientos, más lentos y reposados, tenían mayor gracia; al paso que en él, la madurez se trocaba en vejez, más bien que por los años, por la ruina de la organización. Mostrábase Lucía con él tanto más afectuosa, cuanto más le veía roído por los achaques, y cuanto más notaba en su rostro las huellas del padecimiento cruel.

A todo esto, el niño que a mi izquierda tenía, hacía saltar las aceitunas a un plato de magras con tomate, y una vino a parar a uno de mis ojos, que no volvió a ver claro en todo el día; y el señor gordo de mi derecha había tenido la precaución de ir dejando en el mantel, al lado de mi pan, los huesos de las suyas, y los de las aves que había roído; el convidado de enfrente, que se preciaba de trinchador, se había encargado de hacer la autopsia de un capón, o sea gallo, que esto nunca se supo; fuese por la edad avanzada de la víctima, fuese por los ningunos conocimientos anatómicos del victimario, jamás parecieron las coyunturas.

Pero el cuadro es muy extenso. Como una enorme serpiente que enrosca sus anillos y se intercala por entre las hendeduras de un viejo tronco roido, dejándose ver de trecho en trecho, pero asida á todas las sinuosidades, la miseria oprime á Lóndres y la estrecha en todas direcciones, asoma en todos los barrios y parece asfixiar con su aliento y su presion horrible á la parte de la sociedad que vive en la abundancia ó en la loca indolencia del lujo sibarita.

Evitó el paso por Can Mallorquí, y al llegar a la playa marchó por la orilla, donde la última palpitación de las olas llegaba a perderse, como delgada hoja de cristal, entre las menudas guijas mezcladas con fragmentos de barro cocido. Cuando estuvo al pie del promontorio de su torre, trepó por las rocas sueltas, yendo a sentarse en el peñón roído por las olas y casi despegado de la costa.

Á todo esto, el niño, que á mi izquierda tenía, hacía saltar las aceitunas á un plato de magras con tomate, y una vino á parar á uno de mis ojos, que no volvió á ver claro en todo el día; y el señor gordo de mi derecha había tenido la precaución de ir dejando en el mantel, al lado de mi pan, los huesos de las suyas, y los de las aves que había roído; el convidado de enfrente, que se preciaba de trinchador, se había encargado de hacer la autopsia de un capón, ó sea gallo, que esto nunca se supo: fuese por la edad avanzada de la víctima, fuese por los ningunos conocimientos anatómicos del victimario, jamás parecieron las coyunturas.