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Ave errante y fugitiva, ave hecha de azahares, ¿Dónde buscas el encanto y el amor de tu doctrina? ¿Dónde están las resonancias de tu plática divina y la piedra de holocausto que reclaman tus altares? ¿Dónde vas? El blancor de su cabeza da un aliento en su tristeza a la reina del olivo y a sus líricos deseos.

Se abrió la gran puerta de la cerca vieja, y los caballos arrancaron chispas del piso empedrado de la quintana vieja, despertando con el ruido resonancias en el silencio del palación cerrado y vacío.

Y tuviste en la lira de Quintana ecos triunfales, resonancias bélicas de estoques y corazas y armaduras que son el timbre perennal de Iberia; en los versos broncíneos de Chocano, fragor de sordas cataratas épicas, algazara de pompas coloniales, rumor de besos y temblor de quenas.

Se puso en pie, quiso hablar, gritó; al fin su voz resonó en la cañada; calló el supuesto ruiseñor, y los versos de Ana, recitados como una oración entre lágrimas, salieron al viento repetidos por las resonancias del monte. Llamaba con palabras de fuego a su Madre Celestial.

Yo los miro en este día como pétalos de rosa colocada en el altar de tu grandeza; como cuerdas de una lira colosal que, pulsada por el genio de la historia, suena un cántico real de sublimes resonancias, que venciendo las distancias publicando va tu gloria por los lindes del planeta...

Si entraban raudales de luz y aire fresco, salían corrientes de alegría, carcajadas que iban a perder sus resonancias por las calles solitarias de la Encimada, ruido de faldas, de enaguas almidonadas, de manteos crujientes, de sillas traídas y llevadas, de abanicos que aletean.... Lo mejor de Vetusta llenaba el salón y el gabinete.

El viejo linajudo atraviesa la antesala y huye por el largo corredor lleno de resonancias. Todos se miran en silencio, con ojos de susto, y se acercan, uno a uno, al umbral de la alcoba que hiede a muerte. Allí agrupados dudan de entrar, como si continuasen oyendo aquellos pasos obsesos y viesen la sombra, en la sombra ir y venir. ¡Espanto en el alma me pusieron sus palabras! DO

De pronto, las palabras que rezaba el clérigo con un tono discreto, suave, de un ritmo eclesiástico simpático, sugestivo, adquirieron verdadero valor musical, como un recitado; porque allá dentro alguien le soltaba los caños de sonidos al órgano, que llenó la solitaria iglesia de resonancias, de chorros de notas juguetonas, frescas.

Duraba aquel viento sur blando, templado, perezoso; a veces ráfagas vivas movían como sonajas de panderetas las hojas, que empezaban a secarse y sonaban con timbre metálico. Eran como estremecimientos de aquella naturaleza próxima a dormir su sueño de invierno. Ana oía ruidos confusos de la ciudad con resonancias prolongadas, melancólicas; gritos, fragmentos de canciones lejanas, ladridos.

No hay que asustarse dijo el director . Son los barrenos. Ha llegado la hora de darlos. Momento grandioso e imponente a la verdad. El estrépito de cada uno, centuplicado por los mil ecos y resonancias que las galerías producían, no podía menos de infundir alguna chispa de pavor hasta en el corazón de los más bravos. Todos guardaron silencio.