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Sin duda, el joven molinero se ha dormido a la orilla del arroyo; un beso va a despertarlo, y, cuando abra los ojos, la molinera se inclinará sobre él para decirle: «¡Perdóname! ¡siempre te he amadoPero no... ¿qué significan esas extrañas palabras de cámara de cristal azul? ¿Por qué es preciso que duerma allí hasta que el mar haya absorbido la última gota de los riachuelos?

Como él no hay otro en la Guardia Blanca. ¡Que cante, que cante! ¡Alto ahí! dijo entonces el capitán Golvín. Para entonar unas trovas como Dios manda nadie mejor que el mocetón éste. Y al decirlo puso la mano en el hombro de Tristán. Muy cierto es, que á bordo del galeón parecía rugir la tempestad cuando él cantaba "Las campanas de Milton." Ó "La Molinera de York." ¡Anda, Tristán!

Ella se lo prometió, y la otra le calzó la espuela, con la cual le pasó casi el mismo coloquio que con la de la espada: preguntóle su nombre, y dijo que se llamaba la Molinera, y que era hija de un honrado molinero de Antequera; a la cual también rogó don Quijote que se pusiese don y se llamase doña Molinera, ofreciéndole nuevos servicios y mercedes.

Sospechando en seguida por ciertos signos de dónde procedía el obstáculo, mientras engullía el almuerzo silenciosamente, arrojaba miradas furiosas sobre su esposa y Flora. En cuanto terminó se levantó con violencia del escaño, sacó la flauta de las alforjas y se fué camino del molino, donde había una molinera obesa con quien también daba celos á D.ª Robustiana.

Después de comer, Martín se retira a su escritorio, seguido por las miradas impacientes de Gertrudis, que espera el momento en que va a conocer los secretos de «la bella molineraAtraviesan de bracete la pradera, para ir a la presa. La hierba está húmeda de rocío. El cielo, surcado de bandas rojizas.

En su alegría, Gertrudis palmotea y muestra la granja al otro lado. ¿Es eso lo que quiere decir tu murmullo? En este pasaje, la bella molinera entra en escena y Gertrudis se pone seria. ¡Que no tenga mil brazos para golpear! Gertrudis hace leves signos de impaciencia. No interrogo a las flores, no interrogo a los astros... Una sonrisa de satisfacción vaga por los labios de Gertrudis.

Y después: Florecillas que me dio ella, Que os pongan a todas en mi tumba. Los ojos de Gertrudis están húmedos de lágrimas, pero la joven sigue confiando en la desaparición del cazador y en la conversación de la molinera. No puede, no debe ser de otro modo.

Hizo un mohín de desprecio la linda morenita. ¡Yo perdida por ese cachorro!... No me conoces, Carmela. Y para demostrar lo contrario llamó á uno de sus primos que por allí andaba y le invitó á bailar. Bailaba con sobrado coraje la molinera de Lorío para que no dejase sospechar que había en ello más jactancia que alegría. Sin embargo, la romería iba cerca de su fin.

Cruzan apresuradamente la sala de baile, trémulos de alegría y embriagándose uno al otro, y desaparecen en un rinconcito obscuro que han elegido cerca del tablado de los músicos para substraerse a las miradas indiscretas de las otras parejas, porque todas quieren conocer a la bella molinera.

Gertrudis abre los brazos, una sonrisa de dulce beatitud pasa por su rostro, y se mueve su cabeza como diciendo: «¡Dios mío! ¿qué más puede sucederEntonces la molinera siente de pronto una pasión misteriosa por el color verde, se oye resonar el coro en la floresta, aparece el fiero cazador. Gertrudis experimenta inquietud. ¿Qué viene a hacer ese aquí? murmura dando con el puño en la viga.