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Don Lope, alcanzada licencia del Emperador para enlazarse con la ilustre cuanto hermosa doña María de Granada, así como llegó en las galeras de Leiva y tomó tierra de España, no pensó sino en ser él mismo mensajero de tan agradables nuevas; y con poco séquito e infinitas esperanzas quiso llegar lo más luego a la aldea donde sabía asistir la amada suya.

La de Leiva no es ni con mucho tan inconquistable. ¿Quiere usted que lo proponga a la señora doña María?... Nada se pierde... No si me recibirá; pero intentaré hablarla. Me favorece el que no sospecha nada de en el suceso de anoche. Es una buena idea. ... tampoco sería malo que yo me mostrase arrepentida de las atrocidades que le dije... no... ¡Oh, qué confusión, Dios mío!

Esta vez no fué D.ª María la que se estremeció de sorpresa e indignación: fué la marquesa de Leiva, quien mudando el color y con absortos ojos miró sucesivamente a su prima, a su primo y al ayo. Pero ¿qué está diciendo el niño? preguntó éste mirando a la Condesa . ¿Quién dice que es su maestro y su amigo?

Ramirez acudió y la parentela Al bravo Leiva: el jóven que dormia En camisa saliò, que á estar en vela Mostr

Marquesa de Leiva. ¿Lo olvidarás?... ¡Dios mío! ¡Esas mujeres que pasan corriendo!... Sin duda los muy tunantes intentan deshonrarlas. Me voy... Toma, entra en el locutorio. ¡Para qué vendría yo a estos malditos barrios! Toma el ramo de flores contrahechas..., toma la carta, que darás a la Srta. Inés...; le dices que la Sra.

D. Julian de Leiva: hicieron presente el Sr. Alcalde de primero voto y el caballero Síndico, que algunos de los Comandantes de los cuerpos de esta guarnicion, y varios individuos particulares habian ocurrido á manifestarles, que este pueblo leal y patriota, sabedor de los funestos acaecimientos de la península, por los impresos publicados en esta ciudad con permiso del Superior Gobierno, vacila sobre su actual situacion y sobre su suerte futura, y que el deseo de que sea la mas conforme á su felicidad y al objeto inalterable de conservar íntegros estos dominios bajo la dominacion del Sr.

Cabildo; entre tanto, de acuerdo por convocatoria con las Provincias del vireinato, se establece el método conveniente á informar el gobierno, y conservacion de todas las Américas á favor de la potestad en que deba recaer: con calidad de otorgarsele al Sr. Síndico Dr. D. Julian Leiva, voto activo en todas las materias, y decisivo en igualdad. Por el Sr.

Habla, hija mía, es preciso saber la verdad dijo la de Leiva . Tal vez tu culpa no sea tan grande como parece. ¿Saliste de buen grado? La presencia de doña María se conocía por su respiración que era como un sordo mugido. Luego oímos distintamente estas palabras que parecían salir de la cavernosa garganta de una leona: ... de grado... de grado.

Y como recobró Leiva su lanza, Habiendo á Tabobá muerto, con priesa Revuelve Abayubá sobre él, y lanza El mozo un bote tal que le atraviesa El ombligo, y el indio se abalanza Por la lanza adelante, y hace presa Con el diente en la rienda, de tal suerte, Que la corta, y fenece con la muerte.

11 El gran Rey anacoreta San Onofre, de D. Pedro Francisco Lanini Sagredo. 12 El Eneas de la Virgen y primer Rey de Navarra, de D. Francisco de Villegas y D. Pedro Francisco Lanini Sagredo. 1 Cueva y castillo de amor, de D. Francisco de Leiva. 2 Porcia y Tancredo, de D. Luis de Ulloa. 3 Nuestra Señora de la Victoria y restauración de Málaga, de D. Francisco de Leiva.