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El pueblo suizo es majestuoso, sencillo, patriarcal, pastor, laborioso, cultivador, piadoso, patriota, soldado, y por encima, y como sirviendo de corona, libre, eminentemente libre, ¡dichoso pueblo! ¡Dios vele eternamente por su santa independencia! Un pueblo que tiene tan magnífica historia debe ser libre y tiene indisputable derecho á serlo.

Como no nos pasa por la imaginación que uno solo de nuestros lectores se haya resistido a nuestras razones, tratamos de probar hoy otra verdad más indisputable todavía, a saber: que, sentado el principio de que hay cosas buenas, hay palabras que parecen cosas, es decir, que hay palabras buenas.

Era verdaderamente hermosa aquella planicie que se perdía de vista hacia el Sur, circundada de altos montes de graciosas líneas y de calientes tonos, y adornada de cuantos accesorios pintorescos puede imaginar un artista aficionado a aquel género de cuadros: praderas verdes, manchas terrosas, esbeltos montículos, cauces retorcidos con orillas de arbolado, pueblecillos diseminados en todas direcciones, y uno más grande que todos ellos, con una alta torre en el medio, como en muestra de su señorío indisputable sobre la planicie entera.

Contrastaba su indisputable aire de gran señor con su traje abandonado y hasta sucio, y dábale todo ello el aspecto de un anciano monarca disfrazado de tendero. Hallábase sentado ante una gran botella de ginebra, que despachaba poco a poco en una inmensa copa de cristal, echando de cuando en cuando algunos terrones de azúcar.

Reyles, titulada Primitivo. El mérito indisputable de este señor y la novedad exótica de su arte de escribir novelas me mueven a discurrir también por extenso sobre su segunda academia, titulada El Extraño, y a juzgar, por varias razones muy interesante, este estudio. Ya se entiende que si yo no creyera en el valer literario del Sr. Reyles, nada bueno ni malo diría acerca de sus obras.

Lo reciente que es este último libro, el buen sentido de su autor, su instrucción y erudición, su espíritu religioso y católico, su culto constante á la belleza, y el aplomo y la mesura con que procede antes de emitir sus apreciaciones, le dan un mérito indisputable, bastando su lectura, hecha con atención debida, para poner al lector al corriente y en poco tiempo de cuanto se sabe hoy acerca de nuestra literatura dramática en este período tan interesante de su formación.

Si examinamos ahora las demás comedias de esta clase de Moreto, vemos defraudadas nuestras esperanzas, si para fomentarlas nos fiamos del mérito indisputable de la de El Justiciero.

Si la hubiera conocido antes, la hubiese tenido muy presente, porque entre todos los libros conocidos, es uno de los más concienzudos que se han escrito acerca del teatro español. Aunque no exento de muchos errores, encierra, sin embargo, reflexiones y juicios aislados de un mérito indisputable, demostrando su autor que conoce mejor algunos poetas que el mismo Bouterwek.

Ajustóse, pues, estrechamente á los poetas que le precedieron; apropióse también la armazón de sus obras, sus invenciones y argumentos; tomó de ellos escenas aisladas, conservando cuanto notaba en ellos de valía, pero al mismo tiempo reformando esas riquezas ajenas con un sentido artístico tan delicado, ejecutándolo con tanta constancia y tan buena fortuna y haciéndole tantas y tan bellas adiciones, que podía pretender, con sobra de razón, que el todo así formado era propiedad suya indisputable.

Las Casas Consistoriales, cuyo frente principal da a la plaza de la Catedral, están en regular estado de solidez, y tienen de notable que fue la casa solariega de D. Francisco Fernandez Perez de Aranda, ayo y preceptor del infante D. Fernando, hijo del rey de Aragón D. Juan I, eminente diplomático, fundador de la Santa Limosna, monje lego en la cartuja de Portaceli, y uno de los miembros de la asamblea celebrada en Caspe en 14 de Marzo de 1412, con el objeto de la legitimidad del derecho a la corona de Aragón, entre sus varios pretendientes por la muerte sin sucesión y sin heredero alguno, cuyo derecho fue indisputable, del rey D. Martín I, recayendo la corona en el infante Don Fernando de Castilla.