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Julia, que estaba muy ufana de su labor y que pensaba dar una sorpresa agradable a su madre, le dijo riendo: ¿Mamá, tiene V. vergüenza para llamarme holgazana? Nunca lo hubiera dicho.

Decimos buena suerte, porque Gonzalo temblaba ante la idea de subir a la casa y tropezarse con Cecilia. Había cumplido ya los veinte años. La idea de hacerse ingeniero industrial y ocuparse en algo útil, volvía de vez en cuando a su espíritu en medio de aquella vida holgazana.

Era la criada de la casa. Doña Lupe odiaba a las mujeronas, y siempre tomaba a su servicio niñas para educarlas y amoldarlas a su gusto y costumbres. Llamábanla Papitos no por qué. Era más viva que la pólvora, activa y trabajadora cuando quería, holgazana y mañosa algunos días.

Del mal humor pasó a la furia, y después de poner como ropa de pascuas a Petrilla, a la mujer de los parches, al cortador, al lucero del alba, al Preste Juan de las Indias, al rey David, miró a Romualda con dictatorial ceño. ¿Y qué haces ahí, holgazana? ¿En dónde está la media? El fenómeno respondió temblando que la media estaba abajo.... ¿pues dónde había de estar? Pues correndito por ella.

El indio, como todo pueblo joven, es idólatra de la justicia; pide el castigo cuando ha faltado, así como le exaspera cuando no lo ha merecido. ¿Es justo lo que desean? pues á concederlo, démosles todas las escuelas que quieran, ya se cansarán: la juventud es holgazana y lo que la pone en actividad es nuestra oposicion.

Los indianos de Sarrió permanecían por entero indiferentes, adormecidos por aquella vida holgazana y metódica en que el recuerdo de sus trabajos y penalidades de América les llenaba algunas veces de horror, y hacía más amable todavía su situación actual. ¡Qué les importaban a ellos las votaciones del ayuntamiento, las perrerías que El Faro y El Joven Sarriense se lanzaban, ni los chismes que sin cesar traían conmovida a la villa!

Esta sola diferencia hacía comprender la diversa procedencia de los tripulantes, pues mientras unos eran marineros de pura raza, llevados allí por la matrícula o enganche voluntario, los otros eran gente de leva, casi siempre holgazana, díscola, de perversas costumbres, y mal conocedora del oficio.

¡Qué holgazana está usted, señora condesa! dijo doña Flora , y ¿cómo teniendo tan buena mano para la aguja no me ayuda a hilvanar estos uniformes para la <i>Cruzada del Obispado de Cádiz</i>, que va a ser el terror de la Francia y del Rey José?

La razón de ella era que Calderón no perdonaba a su esposa la apatía, la pereza, juzgando estos vicios como verdaderas calamidades, considerándose muchas veces desgraciado por haberse unido a una mujer tan holgazana. No es que el trabajo de ella importase poco ni mucho en su casa; pero su temperamento de trabajador infatigable se revelaba en presencia de otro tan diametralmente contrario.

¡Oh, yo leo muy poco!... Soy muy holgazana... Papá dice que me estorba lo negro repuso la niña con su ingenua sonrisa y un poco avergonzada. Después añadió: Mira , Ricardo, no es verdad completamente lo que dice papá.