United States or Anguilla ? Vote for the TOP Country of the Week !


La fisonomía de Romualda estaba de tal manera desvirtuada por la palidez y por la suciedad, que no se podía decir si era fea o bonita. Igual dificultad había para declararla niña o mujer, y así lo menos expuesto a equivocaciones será decir que no tenía edad ninguna. Pero como el fenómeno cojeaba ninguno de los dos podía ir a prisa.

Romualda se comía un pedazo de pan, engañado con los restos del almuerzo de Nazaria. Rumalda dijo esta después de medio día , sube y dile a Petrilla que no ponga las perdices. Y media hora después Romualda subió a preguntar si estaba la comida.

Romualda subió, mientras Tablas y sus amigos conferenciaban gravemente en la puerta. Era un consejo de guerra de caníbales en la expectativa de una gran batalla-merienda. Cuando Romualda bajó con la navaja, López dijo a los amigos: El Gobierno mandará tropas a defenderles. Bueno es estar prevenido. Mira, Rumalda.... Romualda había pasado ya a la otra acera, y desde allí les miraba con espanto.

Eso es, D. Pedro López. No tan arriba. Pique más bajo. ¿Se le puede ver, o no? Creo que está durmiendo. Suba usted.... Eh, , Rumalda... ve con este caballero.... Di a Perico que si no tiene vergüenza de dormir a estas horas. Romualda era una mujercita encanijada y vestida de harapos que en la tienda inmediata ayudaba a la mujer de los parches a ensartar buñuelos.

La escalera no es larga, y se subiría bien si no fuese tan oscura.... estás cansada. ¿Cuántas veces al día subes? El fenómeno se quedó pensando. Por último, dijo: Unas sesenta veces. Es buena renta, hija. Tres mil escalones diarios. Con poco más al cielo. Romualda no dijo más, y entrando en la casa despertó a Pedro López, que dor mía como un canto.

Sólo por prurito de hacer hipérboles podía darse este nombre al mezquino aguaducho, consistente en media docena de botellas, un gran tarro de cerezas en aguardiente, caja de latón con delantera de vidrio, medio llena de bollos y azucarillos, y un par de botijos de agua de la Arganzuela. Tenía mucho sueño dijo Romualda . Anoche me tuvieron en vela esperando a padre López, que vino entre dos luces.

Cayó de él una estera vieja, apartáronse dos escobas, y por el hueco que del movimiento de estas piezas resultara, viose aparecer una figura de mujercilla raquítica, que se adelantó cojeando. Romualda, ¿qué hacías ahí? La muchacha se restregó los ojos. Estaba durmiendo replicó. ¿Y así cuidas la tienda? ¡La tienda!

Por Romualda, a quien hallamos una mañana subiendo casi a gatas la empinada escalera de una casa de la calle de la Ruda, supimos que López llevaba con poca resignación su desgracia. Romualda subió tanto y tanto, que una noche la hallaron detenida en el peldaño octogésimo. Estaba prosternada, como besando la escalera. Tanto subió que sin pensarlo había llegado al cielo. López fue al hospital.

Yo algunas veces, por desesperar a doña Romualda, que es la directora de mi colegio, le decía: De mejor gana aprendería con el Padre Urtazu, que con usted. ¡Y ahora pronunció Artegui, con la brutal curiosidad de unos dedos que abren a viva fuerza un capullo de flor , sería usted más feliz que nunca! ¡Digo! ¡Casarse nada menos!

El atleta, con su media docena de facinerosos caminó hacia la calle de las Maldonadas. Cerca de la puerta de su casa vio a Romualda que salía presurosa, y la llamó: ¿Y Nazaria? Lo mismo. ¿Hay alguien arriba 22? Nadie, yo sola; digo, yo he bajado. Sube y tráeme mi navaja grande que está sobre la cómoda. Madre Nazaria me ha mandado por agua. Tiene sed. Ve primero por la navaja.