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Casados casi todos ellos, con esposa e hijos en tierra, permanecen meses enteros separados de su familia dando bordadas por aquellas tan peligrosas costas, alimentándose solamente de pan enmohecido y cebollas silvestres. ¡Jamás beben vino, nunca comen carne, porque la carne y el vino cuestan caros, y su sueldo es sólo quinientos francos al año! ¡Figúrense ustedes si habrá obscuridad en la choza de allá abajo, en la marina, y si los niños irán bien calzados!... ¡No le hace!

Figúrense ustedes cómo me habría quedado yo, si Amaranta hubiera cogido el pico de Mulhacén, es decir, el monte más alto de España... y me lo hubiese echado encima. Pues lo mismo, señores, lo mismo me quedé. ¿Qué podía yo decir? Nada. ¿Qué debía hacer? Callarme y sufrir.

Figúrense ustedes el fuego de estos seis colosos, vomitando balas y metralla sobre un buque de 74 cañones. Parecía que nuestro navío se agrandaba, creciendo en tamaño, conforme crecía el arrojo de sus defensores.

Le llamaba más la atención las barracas hediondas del muelle Anaos que los grandes docks del Támesis; y acordándose de la romería del Carmen, era capaz de echarse á llorar en medio de Hyde-Park, si en él se encontraba el domingo siguiente al día 15 de Julio. Figúrense ustedes lo que sería este hombre cuando hallaba en extranjis, como él decía, un paisano suyo.

Yo he visto esos autos, y según ellos, alegaban los de Vioño «estar en quieta, pacífica posesión de lo hacer é gozar libremente con los dichos sus ganados á ciencia y paciencia de las partes contrarias, de uno, diez, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta..., ciento y más años; y de tantos, que en memoria de hombre no era en contrario». ¡Figúrense ustedes si será antigua la costumbre!

Es un desagradable acontecimiento para esa buena señora de Courtin... ¡Buena!... ¡Buena!... replicó la Bonnetable, ya a la defensiva. Si lo que se dice es verdad, la de Courtin no tiene nada de buena... Me asombra usted exclamó la de Dumais. Figúrense ustedes, señoras... La señora y la señorita Aimont anunció Celestina en este momento.

Figúrense ustedes, señores míos, un hombre viejo, más bien alto que bajo, con una pierna de palo, el brazo izquierdo cortado a cercén más abajo del codo, un ojo menos, la cara garabateada por multitud de chirlos en todas direcciones y con desorden trazados por armas enemigas de diferentes clases, con la tez morena y curtida como la de todos los marinos viejos, con una voz ronca, hueca y perezosa que no se parecía a la de ningún habitante racional de tierra firme, y podrán formarse idea de este personaje, cuyo recuerdo me hace deplorar la sequedad de mi paleta, pues a fe que merece ser pintado por un diestro retratista.

Y figúrense ustedes continuó Ojeda lo que representa para España haber dado a luz cerca de una veintena de cachorros que están al otro lado del mar viviendo por cuenta propia, unos adelantados y cultos, otros impulsivos y montaraces, pero todos de su sangre y su apellido y con las ilusiones de la juventud. Maltrana asintió a estas palabras, pero añadiendo una opinión suya.

Porque figúrense ustedes que consigo hacer de esta samaritana una señora ejemplar y tan católica como la primera... figúrenselo ustedes...». Al pensar esto, Nicolás creía estar hablando con sus colegas. Tomaba en serio su oficio de pescador de gente, y la verdad, nunca se le había presentado un pez como aquel.

Y además, ¡figúrense ustedes!... ¡Hacía nada menos que siete años que se la guardaba!... No hay ejemplo de odios eclesiásticos semejante al mencionado. No me fue posible, por muchos esfuerzos que hice, pegar los ojos aquella noche. El mistral estaba furioso, y el estrépito de sus grandes silbidos me desveló hasta el amanecer.