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Usted, que conoce, como unos pocos de nosotros, el gran poder destructivo de las materias explosivas, ¿qué importancia puede dar á nuestros regimientos, armados de flechas y lanzas, como en los reinados de los más remotos emperadores?... Pero necesitamos mantener este ejército poco temible, porque los pueblos, aunque vivan en paz, quieren saber que existe una fuerza pública capaz de defenderlos.

Por Juan supe que habían fijado sólidamente al muro la «Escala de Jacobde tal suerte, que sólo empleando substancias explosivas o atacándola a golpes de pico hubiera sido posible moverla de su sitio y el estrépito producido por tales medios hubiera advertido en seguida a los del castillo. Pero esa nueva precaución había de serme favorable, porque confiados en ella no vigilarían tanto el foso.

El senador, que había escrito versos en su juventud y hacía poesía oratoria cuando inauguraba alguna estatua en su distrito, vió en estos solitarios de la montaña, ennegrecidos por el sol y el humo, despechugados y arremangados, una especie de sacerdotes puestos al servicio de la divinidad fatal, que recibía de sus manos la ofrenda de las enormes cápsulas explosivas, vomitándolas en forma de trueno.

Como ya no quedaban armas explosivas, y las que se habían salvado de la destrucción resultaban inútiles gracias á los «rayos negros», no fué difícil evitar la reproducción de los exterminios humanos. No habiendo ya ejércitos de hombres, era imposible que resucitase la guerra. He olvidado decirle que sobre el mar ocurrió lo mismo que en las ciudades.

Un perfume punzante de drogas explosivas le hizo llorar y arañó su garganta. Al mismo tiempo tuvo frío: sintió su frente helada por un sudor glacial. Tuvo que apartarse del puente. Varios soldados pasaban con heridos para meterlos en el edificio, á pesar de que éste caía en ruinas. De pronto recibió una rociada líquida de cabeza á pies, como si se abriese la tierra dando paso á un torrente.

Estos rayos, proyectados á largas distancias, hacían estallar todas las materias explosivas, aunque estuviesen preservadas por muros ó por envolturas metálicas. Hasta en el fondo del agua conseguían su objeto los rayos maravillosos.

Trataba de reverendos a los machos que le ayudaban a ganar el pan, y cuando en los ratos de descanso se sentaba a la puerta de la cochera, deletreaba penosamente, con vozarrón que se oía hasta en los últimos pisos, sus periódicos favoritos, los papeles más abominables que se publicaban en Madrid, y que algunas señoras miraban desde arriba con el mismo terror que si fuesen máquinas explosivas.

La descarga amontonaba en las principales dársenas los mismos artículos: trigo, mucho trigo, y azufre y salitre para la composición de materias explosivas.

Y tuvo que permanecer al borde del camino, impotente y triste, siguiendo con ojos sombríos el convoy doloroso... Al cerrar la noche ya no fueron vehículos cargados de hombres enfermos los que desfilaban. Vió centenares de camiones, unos cerrados herméticamente, con la prudencia que imponen las materias explosivas; otros con fardos y cajas que esparcían un olor mohoso de víveres.

Araceli le dirigía las miradas más incendiarias y explosivas de su variado repertorio, le adulaba, le mimaba, le aturdía con el ruido de su charla insinuante, hacía, en suma, esfuerzos prodigiosos por acapararle y hacerle suyo con exclusión del resto de la sociedad.