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En el acto, el Emperador manda que la artillería de la Guardia dispare algunos cañonazos sobre el hielo para que se hunda, y entre los desmenuzados cristales caen al agua dos mil rusos con sus cañones, caballos, pertrechos, armas, municiones y carros, precipitándose confusamente, sin que sus compañeros les prestaran socorro, porque no pensaban más que en huir, y huyendo se ahogaban, y quedándose morían barridos por la metralla francesa. ¡Qué espantoso desastre para aquella pobre gente, y qué gran victoria para nosotros!

Luego es la tregua; hasta que Minerva, vestida como el hijo del troyano Antenor, le aconseja con alevosía a Pandaro que dispare la flecha contra Menelao, la flecha del arco enorme de dos cuernos y la juntura de oro, para que los troyanos queden ante el mundo por traidores, y sea más fácil la victoria de los griegos, los protegidos de Minerva.

Si se indica á un hombre un blanco de una línea de diámetro, y luego se le vendan los ojos y despues de haberle hecho dar muchas vueltas á la aventura, se le pone un arco en la mano para que dispare y se asegura que la flecha irá á clavarse precisamente en el pequeñísimo blanco, dirá que esto es imposible y nadie será capaz de persuadirle tamaño dislate. ¿Y porqué? ¿se apoya en el testimonio de la conciencia? , porque se trata de objetos externos. ¿Se funda en la evidencia? tampoco, porque esta tiene por objeto las cosas necesarias, y no hay ninguna imposibilidad intrínseca en que la flecha vaya á dar en el punto señalado. ¿En qué estriba pues la profunda conviccion de la negativa?

103 Allí quedó de mojón y en su caballo salté; de la indiada disparé, pues si me alcanza me mata, y al fin me les escapé, con el hilo de una pata. IV El pulpero. A buena cuenta. 104 seguiré esta relación, aunque pa chorizo es largo: el que pueda hágase cargo cómo andaría de matrero, después de salvar el cuero de aquel trance tan amargo.

Por mi parte volví corriendo al comedor y tomé del hogar una sólida barra de hierro destinada a atizar el fuego. Lleno de terror, desatinado, descargué con ella fuertes golpes sobre la puerta y por último disparé mi revólver contra la cerradura, que saltó en pedazos y se abrió la puerta. ¡Venga una luz! dije, pero Sarto siguió apoyado en la pared, inmóvil.

¡Eh! ¡Caballero! ¡Alto ahí! exclamó Alberto, que aún conservaba en la mano la pistola de Amaury. ¿Será usted capaz de irse sin que dispare contra usted? ¡Ah! Es verdad, se me olvidaba. Perdone usted, caballero... ¿Quiere usted medir la distancia?... No hay necesidad repuso Alberto. Ya está usted bien ahí mismo; no se mueva.

1046 Y el cantor que se presiente, que tenga o no quien lo ampare, no espere que yo dispare aunque su saber sea mucho: vamos en el mesmo pucho a prenderle hasta que aclare. 1047 Y seguiremos si gusta hasta que se vaya el día; era la costumbre mía cantar las noches enteras: había entonces, donde quiera, cantores de fantasía.

Pero yo, que estaba más cerca que él de la fiera y mereciendo los honores de su mirada rencorosa como si a solo quisiera pedir cuentas de los horrores cometidos allí con su familia, sin hacer caso de consejos ni de mandatos, apunté por encima de Canelo, que defendía valerosamente la entrada y a riesgo de matarle, disparé un cañón de mi escopeta.

¿De qué demonios se ríe usted? De cuatro convidados, al figurármelos en torno de cierta mesa... Y volví a soltar la carcajada, pensando en la ridícula derrota del formidable y malparado trío. Y como habrá observado el lector, cumplí mi palabra y no disparé hasta que mis enemigos rompieron el fuego.

Tomé bien la puntería con una de las piezas, dirigiendo la mira a la cabeza del primer soldado... ¿Comprende usted?... Como la línea era tan perfecta, disparé, y ¡zas!, la bala se llevó ciento cuarenta y dos cabezas, y no cayeron más porque el extremo de la línea se movió un poco.