United States or Saint Lucia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Como si la primera pronunciada por el buen cura de Algeciras fuera señal convenida, desatose una tempestad de risas y demostraciones, y cuanto más el orador alzaba la voz, más la ahogaban entre su murmullo los de arriba. Repetir el sinnúmero de dichos, agudezas y apodos que salieron como avalancha de la tribuna pública, fuera imposible.

En ella la barbarie y la tosquedad eran tales, que ahogaban los sentimientos generosos que a veces brotaban en su corazón cual hierbecilla en la grieta húmeda. Una religiosidad sonora y supersticiosa no bastaba a suplir en ella la falta absoluta de luces y de ideas morales.

En el Ibiaza, pues, se ha recogido, Como digimos, maiz y frijoles, Y habiendo los huidos convencido, Apresta Juan Ortiz sus españoles Para salir de allí; y no ha partido, Cuando un gran temporal vereis, y dióles En medio una laguna que pasaban, A donde seis soldados se ahogaban.

Antonia, débil mujer, no podía contener los sollozos que la ahogaban. Transcurrió la ceremonia en medio de aquellas tres penas manifestadas de un modo tan diferente. Terminó el sacerdote su triste misión acercándose a Magdalena, que, incorporada, con las manos cruzadas y los ojos alzados al cielo recibió en sus secos labios la sagrada hostia.

Las voces frenéticas de los monjes, en los coros obscuros, ahogaban en la memoria hasta el último eco del canto de los almuédanos. La cera y el aceite ardían de continuo. Los antiguos alminares lloraban con campanas católicas su remordimiento. Un ensueño de otra vida, un ansia de salvación eterna brillaba en la pupila febriciente de los hidalgos, vestidos casi todos de negro.

Crespo, como si no hubiera en el mundo penas, ni amigos que se ahogaban en ellas, alegre, con aquel insultante regocijo que le inspiraba a él la helada en las mañanas más frías del año, frotaba las manos y hablaba del precio de las reses, y de las ventajas de la parcería, locuaz, como nunca se le veía en Vetusta.

Hace un momento, Máximo, que no se mueve de aquí, tenía a mi padre incorporado mientras yo le daba el calmante que debe tomar cada hora. El enfermo querido nos dio tiernamente las gracias al uno y al otro, y añadió: Seréis siempre amigos en recuerdo mío, ¿no es verdad? silenciosamente la mano a Máximo, que la besó y la conservó en la suya. No podíamos hablar; las sollozos nos ahogaban.

La piel y la garganta las teníamos abrasadas. Algunos marineros se desmayaban tendidos por los rincones; otros se ponían como locos; el sol mordía la piel de estos desdichados. Los chinos se ahogaban en la bodega y comenzaron a pedir agua a grandes voces; se asfixiaban. El capitán dijo que no había agua, y nos mandó a nosotros quitar las bombas de mano que sacaban el agua de los aljibes.

»Interrumpiéndome, me dio a besar su mano abrasadora y luego me suplicó que le leyese algunas páginas de Pablo y Virginia. »Precisamente fui a abrir el libro por el pasaje donde se describe la despedida de los dos niños. Mientras leía costábame gran trabajo el reprimir los sollozos que me ahogaban. »De vez en cuando entraba el doctor a ver a su hija y en seguida se marchaba, con aire preocupado.

Aquellos robustos jóvenes se ahogaban en los estrechos límites de las conveniencias sociales y muy á menudo sentían deseos de quitarse el frac en plena reunión y de meterse la corbata blanca en el bolsillo. La vida al aire libre de los ingleses les ofrecía un atractivo que compensaba las tristezas de los salones.