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Soberbio modrego dijo la Mari Díaz apenas había vuelto la espalda el presuntuoso hidalgo ; si tuviera tantos doblones como vanidad, no andaría la Dorotea tan desdeñosa con él. Pues no tiene trazas de ser muy rico el nuevo amante dijo otro. Pero es muy hermoso replicó la Mari Díaz. ¿Os habéis ya enamorado de él? ¡Yo!... Dicen que sois muy enamoradiza. Por eso los llevo detrás haciendo cola.

Frígilis no estaba allí. ¿Andaría por el parque?... Se echó la escopeta al hombro, y salió de la glorieta. En aquel momento el reloj de la catedral, como si bostezara dio tres campanadas.

103 Allí quedó de mojón y en su caballo salté; de la indiada disparé, pues si me alcanza me mata, y al fin me les escapé, con el hilo de una pata. IV El pulpero. A buena cuenta. 104 seguiré esta relación, aunque pa chorizo es largo: el que pueda hágase cargo cómo andaría de matrero, después de salvar el cuero de aquel trance tan amargo.

Templos del saber que difundan la luz de la ciencia por esta vega, antorchas que... que... En fin, si vinieran más chicos á mi templo, digo, á mi escuela, y si los padres, en vez de emborracharse, pagasen puntualmente como usted, señor Bautista, de otro modo andaría esto. Y no digo más, porque no me gusta ofender.

La testigo habrá sido engañada. Es probable que estando profundamente dormida, algun gato que andaria ocupado en sus ordinarias tareas de hurto ó caza, habrá derribado algun traste con estrepitoso fracaso.

Pero con el sacudimiento del 68, encendiose el ánimo del obrero; de manso se hizo furibundo, de discreto charlatán; creyó que el mundo se iba a volver del revés, y que la sociedad alteraría sus elementos inmortales; vio la eterna columna con el ligero capitel en el suelo y el pesado plinto en el aire; imaginó que de allí en adelante se andaría con la cabeza y se pensaría con los pies; y llevado de estas ideas, tomó parte en todos los motines, trabajó en todas las sublevaciones, fue desterrado, perseguido, moró en calabozos y arrastró durante algún tiempo vida penosa y miserable.

Así que, ¡oh Sancho!, mudad de opinión, y, cuando seáis gobernador, ocupaos en la caza y veréis como os vale un pan por ciento. -Eso no -respondió Sancho-: el buen gobernador, la pierna quebrada y en casa. ¡Bueno sería que viniesen los negociantes a buscarle fatigados y él estuviese en el monte holgándose! ¡Así enhoramala andaría el gobierno!

Entonces volvía a llorar a escondidas, y me enojaba con él. ¡Le hubiera sido tan fácil quererme! ¡Era tan lógico y racional comprender que nuestras dos naturalezas armonizaban y que yo le quería con locura! De veras, si los hombres fueran siempre lógicos, el mundo andaría mejor. El quince de Enero el tiempo estuvo soberbio, aunque hizo un frío seco y pronunciado.

Todos hubiéramos querido apoderarnos de aquellas riquezas; pero al oír al capitán que no estábamos en seguridad porque el crucero inglés andaría buscándonos, decidimos enterrar los cofres. El capitán nos indicó una peña cónica como el mejor punto para guardar el tesoro; nosotros hicimos un agujero al pie de esta peña y enterramos los tres cofres.

Pues si de estar buscándola ya se trataba, como ellos iban sospechando, y le veían lúcido, sano y contento, ¿qué más necesitaban saber por de pronto? Ya se andaría lo que faltaba por andar; ya les daría la sorpresa de las sorpresas cuando fuera la hora de dársela... Pero ¿por qué lado la tomarían entonces?