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Termina esta cuenta expresando los limones, vinagre, huevos, grajea, aceite y tocino que se consumieron en dicha cena.

Las llamas del incendio de 1735 lo consumieron privando a las gentes venideras de saber cómo interpretó el gran artista aquel crimen político donde fue sacrificado a la unidad religiosa hasta lo único que hay acaso en el hombre de origen divino: la caridad.

Acabóse con todos y puestos sus cadáveres sobre la leña, pegado el fuego, se abrasaron en breve y consumieron todos. REOS RELAJADOS EN EL SEGUNDO AUTO el día primero de Mayo de 1691 Pedro Onofre Cortés de Guillermo, alias Moxina de oficio cobrador de deudas, natural y vecino de esta Ciudad, de edad de cincuenta y cinco años, reconciliado y preso segunda vez por judaizante relapso.

De este modo en pocos años disiparon y consumieron cuanto había en los pueblos y estancias, sin pensar en trabajar ni reponer lo que consumían. A esto se siguió la grande epidemia de viruelas que causó la desolación de los pueblos, que quedaron sin indios ni hacienda. Cuando el Gobierno conoció el daño, ya no tenía otro remedio que aplicarse a repararlo del mejor modo posible.

La forma en que se halla redactado este papel me priva del gusto que hubiese tenido en consignar todas la viandas con que fué obsequiado, pues en sus diversas partidas cállanse frecuentemente las cantidades de piezas que se consumieron, diciendo solo por ejemplo «de perdices tantos reales» sin citar el número de ellas, por esta razón unas veces mencionaré el costo y otras el número y cantidad de los manjares.

Halléme sin dinero, porque los cien reales se consumieron en la cura, comida y posada; y así, para no hacer más gasto no teniendo dinero, determiné de salirme con dos muletas de la casa, y vender mi vestido, cuellos y jubones, que era todo muy bueno.

Esta isla es notable por el volcán de su nombre que apareció el 30 de Abril de 1871 á unos 334 metros al SO. del pueblo de Catarman, y después que las llamas consumieron una gran extensión de bosque quedó reducida la acción volcánica á un pequeño cono de dos metros de altura que iba vertiendo lava hacia el mar, y ganando á la vez en altura y extensión; pero ha sido tal la actividad del cráter, que á los cuatro años de existencia tenía ya la altura de 427 metros sobre el nivel del mar, al cual había ganado media milla de extensión.

Anonadado, miró el anciano furtivamente a su alrededor, temiendo ser observado, y decidió hacer un esfuerzo para leer el pliego; pero el papel se escapó de sus temblorosas manos y cayó entre las llamas que lo consumieron vorazmente. Don Alejandro miró hacia el rincón en donde estaba el cerrado cofre y se acercó más aún a la chimenea, pero, a pesar de su proximidad al fuego sentía frío.

Esa fuerza de voluntad que da valor en el combate y fortaleza en el sufrimiento; que triunfa de todas las resistencias, que no retrocede por ningun obstáculo, que no se desalienta con el mal éxito, ni se quebranta con los choques mas rudos; esa voluntad, que segun la oportunidad del momento, es fuego abrasador, ó frialdad aterradora; que segun conviene, pinta en el rostro formidable tempestad, ó una serenidad todavía mas formidable; esa gran fuerza de voluntad, que es hoy lo que era ayer, que será mañana lo que es hoy; esa gran fuerza de voluntad sin la que no es posible llevar á cabo arduas empresas que exijan dilatado tiempo; que es uno de los caractéres distintivos de los hombres que mas se han señalado en los fastos de la humanidad, de los hombres que viven en los monumentos que han levantado, en las instituciones que han establecido, en las revoluciones que han hecho, ó en los diques con que las han contenido; esa gran fuerza de voluntad que poseian los grandes conquistadores, los jefes de sectas, los descubridores de nuevos mundos, los inventores que consumieron su vida en busca de su invento, los políticos que con mano de hierro amoldaron la sociedad á una nueva forma, imprimiéndola un sello que despues de largos siglos no se ha borrado aun; esa fuerza de voluntad que hace de un humilde fraile un gran papa en Sixto V, un gran regente en Cisneros; esa fuerza de voluntad que cual muro de bronce detiene el protestantismo en la cumbre del Pirineo, que arroja sobre la Inglaterra una armada gigantesca, y escucha impasible la nueva de su pérdida, que somete el Portugal, vence en San Quintin, levanta el Escorial, y que en el sombrío ángulo del monasterio, contempla con ojos serenos la muerte cercana; miéntras

19 Y quemaron la Casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron al fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus vasos deseables. 20 Los que quedaron del cuchillo, los pasaron a Babilonia; y fueron siervos de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de los persas;