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Teníamos el recelo de que si entrábamos en cualquier puerto pudieran conocer el barco, y por primera providencia nos prendiesen; así, que decidimos aterrar en un arenal. Allen iría a la aldea próxima con los cuatro o cinco chelines que nos quedaban para ver si podía agenciarse víveres; yo marcharía por agua, y Ugarte se quedaría pescando. No encontré por los alrededores ni arroyo ni fuente.

El bote estaba más allá de los pantanos. Nos decidimos e hicimos nuestros últimos preparativos; cada uno llevaría su ropa, una lima y cuatro o cinco chelines en una bolsa, todo envuelto en un trozo de tela impermeable, formando un paquete, atado a la espalda. Las lías pequeñas para sujetarnos al pie las sandalias de madera las llevaríamos, mientras íbamos nadando, atadas al cuello.

Probablemente los escamotadores llaman eso hacer sus economías. Los camarotes de los vapores ingleses carecen de comodidad, y el servicio de los domésticos es difícil y desagradable. Los pasajeros que, por su desgracia, no saben explicarse en buen inglés, tienen que hacerlo con libras esterlinas y chelines, en cuyo caso son perfectamente comprendidos.

Lo que allá es cuestión de pesos, de reis ó dollars, por acá es asunto de chelines, francos, thalers ó florines: los nombres varían, pero el dinero tiene en todas partes la misma elocuencia para todos los pueblos.

Gracias, pues, a este inapreciable elemento económico, se había hecho casi innecesario, entre los socios del club, el numerario, reemplazándolo dichosamente por otro medio enteramente abstracto y espiritual, la palabra; la palabra oral o escrita. Vivían, gastaban lo mismo que sus colegas y modelos de Londres, sin libras esterlinas, ni chelines, ni pesetas, ni nada.

Los corsarios alemanes, valiéndose de astucias, aumentaban con sus presas el pánico de la marina mercante. Saltó el precio del flete de trece chelines la tonelada á cincuenta; luego á sesenta, y á los pocos días á ciento. Ya no podía subir más, según el capitán Ferragut.

Por lo que yo digo: porque los ingleses se han aficionado al maldito whischy y no hacen caso del buen palo cortado, ni de la palma, ni de ninguna otra de las exelencias de esta bendita tierra... Lo que yo digo: dinero, venga dinero: que vuelvan aquí, como en otros tiempos, las libras, las guineas y los chelines ¡y se acabaron las huelgas, y los sermones de Salvatierra y sus partidarios, y los malos gestos de los civiles, y todas las miserias y vergüenzas que ahora vemos!...

En Inglaterra se tiene un gran respeto por la palabra del hombre, y la sinceridad es siempre el camino mejor. Una señora es muy considerada por los funcionarios públicos. Por lo demas, si alguna dificultad se presenta, los chelines lo arreglan todo en último resultado, pues en este punto Inglaterra se parece á todo el mundo.

Tòni, menos desinteresado, habló de la suerte futura del buque... ¡Terminada la miseria! Los fletes á trece chelines tonelada de un hemisferio á otro iban á ser en adelante un recuerdo vergonzoso. No tendrían ya que solicitar carga de puerto en puerto como quien pide una limosna. Ahora les tocaba darse importancia, viéndose solicitados por los consignatarios y comerciantes desdeñosos.

Todos decían que el padre quería quitarle al hijo todo lo que tenía éste de sastre, para convertirlo en un gentilhombre a fuerza de hacerlo montar a caballo. «No es porque sea sastre; pero, considerando que Dios me ha colocado en esta condición, estoy orgulloso de ello, porque las palabras «Macey, sastre», fueron inscriptas encima de nuestra puerta, antes de que la efigie de la reina Ana desapareciera de los chelines.