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Al principio este odio se exteriorizó por una serie de fruncimientos de cejas, de sonrisas sarcásticas y de bufidos desdeñosos en cuanto aquel impostor entraba en parlamento. Después comenzó García a hacer círculos en tomo de él como un ave de presa alrededor de su víctima y a expresar en voz bien perceptible su descontento, haciendo ademán de dirigir la palabra a Tristán.

El mundo rebosa de gentes que sufren con todo triunfo ajeno y quisieran ir por él con una pica derribando cuanto les sobresale: y de gentes parasitarias que se ríen de todo lo que no comprenden. Pero... desprecio para ellos los envidiosos y desdeñosos de oficio, ¡lástima de sus humanas envolturas tan vilmente rebajadas!

Este hizo en presencia de ellos grandísimos elogios de su nuevo empleado, y tal vez por eso me recibieron reservados y desdeñosos; pero al ver que se habían engañado, que me esforzaba en ser comedido y cortés, cambiáronse en grata simpatía la reserva y menosprecio manifestados a mi llegada. Sólo uno, el joven cuyo puesto ocupé, me vió con malos ojos. Entonces lo mismo que ahora. ¿Por qué?

Un día, recién casado su padre, charlaban las dos amigas mientras él jugaba en un rincón; debía referirse la conversación a su persona, porque ambas le miraban a menudo, la mamá con ojos severos y desdeñosos, Lucía con dulzura. Ven acá, Miguelito le dijo ésta de pronto. Miguel acudió al llamamiento.

En una palabra: me imaginé que Castro Pérez era uno de esos abogados viejos, repletos de latines, que se saben de memoria las Partidas, que tienen pujos de canonistas, y que escriben errar con «h»; «teólogos de capote», como los llamaron «in illo témpore»; peritos en las triquiñuelas jurídicas, pero vacuos de todo lo demás; habilísimos para ocultar su ignorancia, y desdeñosos de cuanto no entienden; que miran a todo el mundo con aire de protección, y que apareciendo graves y sesudos, mostrándose inaccesibles y huraños pasan por unos portentos y vienen a ser, en pueblos y ciudades como Villaverde, señores de vidas y haciendas.

Entre estos desdeñosos, dignos en nuestro sentir de reprobación, porque dejan el campo libre a los explotadores, había en el distrito un hombre a quien, vencida su inercia, seguiría toda una población. La población era la que ya conocen mis lectores con el nombre de Villabermeja.

Ni a D. Juan ni a su hija se les pudo sacar una palabra; pero cierta doncellita enteró a todo el mundo de que D. Juan había rehusado en términos desdeñosos, que Granate hizo ostentación de sus millones y aun se autorizó el manifestar que Fernanda no encontraría un matrimonio más ventajoso. Entonces D. Juan se incomodó, le llamo zángano y lo despidió con cajas destempladas.

Con todos sus desdeñosos alardes, debía quedarle un resquemor, porque acompañó dicha frase con un brusco movimiento de hombros y cierto gesto que le contraía los labios y daba a su rostro una expresión desagradable. Habitualmente perdía así la elegancia de la actitud y la distinción del rostro en cuanto le dominaba un estado de pasión; la verdadera mezquindad de su ser se traslucía.

A esta pregunta, una débil sonrisa entreabrió los labios desdeñosos de la señorita Margarita, y el arco prolongado de sus cejas se extendió ligeramente, después de lo cual, aquella fisonomía grave y soberbia volvió de nuevo á su reposo.

Por otra parte, la vida de combates sin tregua contra toda clase de peligros y quizá también el aire puro y saludable que respiran los convierten en hombres atrevidos y desdeñosos de la muerte. Trabajadores pacíficos, á nadie atacan, pero saben defenderse. La montaña protectora les da medios para precaverse contra la invasión.