United States or Kosovo ? Vote for the TOP Country of the Week !


Para mejor «quitarla el miedoentre Concha y ella inventaron una siniestra farsa capaz de aterrar a un hombre valeroso, cuanto más a una niña de seis años. Vistiéronse ambas con sábanas, dejaron la habitación a media luz mientras la niña dormía, pusiéronse unas caretas de calavera, y a media noche entraron dando gritos lastimeros como almas del otro mundo.

Teníamos el recelo de que si entrábamos en cualquier puerto pudieran conocer el barco, y por primera providencia nos prendiesen; así, que decidimos aterrar en un arenal. Allen iría a la aldea próxima con los cuatro o cinco chelines que nos quedaban para ver si podía agenciarse víveres; yo marcharía por agua, y Ugarte se quedaría pescando. No encontré por los alrededores ni arroyo ni fuente.

Es preciso ver a estos españoles, por el idioma únicamente y por las confusas nociones religiosas que conservan, para saber apreciar los caracteres indómitos y altivos que nacen de esta lucha del hombre aislado con la naturaleza salvaje, del racional con el bruto; es preciso ver estas caras cerradas de barba, estos semblantes graves y serios, como los de los árabes asiáticos, para juzgar del compasivo desdén que les inspira la vista del hombre sedentario de las ciudades, que puede haber leído muchos libros, pero que no sabe aterrar un toro bravío y darle muerte, que no sabrá proveerse de caballo a campo abierto, a pie y sin el auxilio de nadie; que nunca ha parado un tigre, recibídolo con el puñal en una mano y el poncho envuelto en la otra, para meterlo en la boca, mientras le traspasa el corazón y lo deja tendido a sus pies.

Para aterrar a Hamet y a los que en la ciudad le obedecían, don Jorge de Meneses les envió un presente horrible: cincuenta cabezas de los que habían muerto atacando la fortaleza y rechazados por él. Amilanado Hamet y temiendo el incendio y saco de la ciudad y muertes innumerables si era entrada por asalto, pidió la paz, capituló, y dejó entrar a los portugueses que de la ciudad se enseñorearon.

Al pie de un decreto de la Junta de Representantes de Mendoza, en que se permitía circular en la provincia papel moneda de Buenos Aires, Facundo Quiroga hizo publicar la siguiente posdata, que tiene todos los caracteres de sus anteriores proclamas: la jactancia, el enredo de la frase y su prurito de aterrar.

Lo que importa para que la poesía sea buena y legítima es, por consiguiente, la sinceridad: que todo se exprese con la natural sencillez que no excluye, sino que requiere, la elegancia, y que nada se sienta, ni se piense, ni se diga con afectación para aterrar a los burgueses, para alcanzar la originalidad por la extravagancia, para seguir la última moda de París o para imitar novedades germánicas, rusas o suecas.

Dícese que en Mendoza dijo a Oro que su único objeto había sido aterrar.

La dulzura de su carácter, el odio que le inspiraba la violencia después de sus tres años de guerrillero, le hacían apartarse de los nuevos camaradas, que soñaban con hecatombes por la dinamita y el puñal para aterrar al mundo, obligándolo a aceptar por el miedo las nuevas doctrinas. No; él confiaba en la fuerza de las ideas y en la inocente evolución de la humanidad.

La doctora le había dicho muchas veces que Alemania no conocería nunca el hambre, gracias á su organización, y que podía resistirse años y años con el consumo de sus propios productos. Así es contestó la dama . Pero la guerra hay que hacerla feroz, implacable, para que dure menos. Es un deber humano aterrar á los enemigos con una crueldad que vaya más allá de lo que puedan imaginarse.

Lo que me choca más es el propósito de que las novelas, cuentos, academias o como quieran llamarse, no se han de escribir para deleitar y pasar agradablemente el tiempo con su lectura, sino para mortificar, aterrar y compungir a los lectores, como con una pesadilla tenaz y espantosa.