United States or Andorra ? Vote for the TOP Country of the Week !


Quisiera saber cómo se llama usted. Rosa Briones. Muchas gracias, señorita Rosa murmuró. ¡Oh! no me llame usted señorita. Llámeme usted Rosa o Rosita, como me dicen en casa. Es que yo no soy caballero repuso Martín. ¡Pues si usted no es caballero, quién lo será! dijo ella. Martín se sintió halagado y, como Rosa le indicó que callara, llevándose el dedo a los labios, cerró los ojos...

Vamos, hombre dijo Briones . No sean ustedes tontos. El teniente Ramírez no ha querido ofenderles. No nos ha llamado más que estúpidos y cobardes dijo riendo Martín . Claro que a no me importa nada lo que este señor opine de nosotros, pero me gustaría encontrar una ocasión para probarle que está equivocado. Salga usted dijo el teniente. Cuando usted quiera contestó Martín.

Martín explicó a su novia como no le era posible desatender la invitación, y dejando a Bautista y a Catalina fué en compañía del oficial. La casa de la señora de Briones estaba en una calle céntrica, con soportales. Rosita y su madre recibieron a Martín con grandes muestras de amistad. La aventura de su llegada a Logroño con un una señorita y una monja había corrido por todas partes.

Sabe usted, yo quisiera que todo viviese, que todo comenzara a marchar, no dejar nada parado, empujar todo al movimiento, hombres, mujeres, negocios, máquinas, minas, nada quieto, nada inmóvil... Extrañas ideas murmuró Briones. Concluía el camino y comenzaban las sendas a dividirse y a subdividirse, escalando la altura.

Yo creí que sabrías dónde estaba, que os habíais marchado los dos sin decirme nada. ¿De manera que no sabes?... Yo no. ¿Cuándo hablaste con ella por última vez? El mismo día de llegar aquí; hace ocho días. Cuando te fuistes a comer a casa de la señora de Briones, Catalina, la monja y yo nos fuimos a la fonda.

Madre é hija le preguntaron un sin fin de cosas, y Martín tuvo que contar sus aventuras. ¡Pero qué muchacho! decía doña Pepita, haciéndose cruces . Usted es un verdadero diablo. Después de comer vinieron unas señoritas amigas de Rosa Briones, y Martín tuvo que contar de nuevo sus aventuras. Luego se habló de sobremesa y se cantó. Martín pensaba: ¿Qué hará Catalina?

La tropa, después de cañonear las trincheras carlistas, avanzaba, y el enemigo abandonaba sus posiciones refugiándose en los muros. El regimiento del capitán Briones se encontraba en las avanzadas. Martín preguntó por él y lo encontró. Briones presentó a Zalacaín y a Bautista a algunos oficiales compañeros suyos, y por la noche tuvieron una partida de cartas y jugaron y bebieron.

¿Pero no está usted enamorado de ella? No , la verdad. ¡Qué cosa más rara! ¿Que tipo tiene? Es así... algo rubia... ¿Y tiene hermosos ojos? No tanto como usted dijo Martín. A Rosita Briones le centellearon los ojos y envolvió a Martín en una de sus miradas enigmáticas. Una tarde se presentó en Hernani el hermano de Rosita. Era un joven fino, atento, pero poco comunicativo.

Vaya, mañana a las cuatro de la tarde el entierro. Lo siento, porque tenía que ir de caza con Briones dijo uno. ¡Y que no es pequeña la carrera desde la casa mortuoria a San Isidro! respondió otro. No, hombre, no apuntó un tercero ; lo llevarán a la estación del Norte para conducirlo a Soto, al panteón de familia. Las bromas no eran de buen gusto.

Al llegar a este punto, Martín avisó a Briones que era conveniente que sus tropas estuviesen preparadas, pues al final de estas sendas se encontrarían en terreno descubierto y desprovisto de árboles. Briones mandó a los tiradores de la vanguardia preparasen sus armas y fueran avanzando despacio en guerrilla. Mientras unos van por aquí dijo Martín a Briones otros pueden subir por el lado opuesto.