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La misma pena llevaron otros que se atrevieron á ultrajar la santa cruz que el P. Lucas había hecho levantar en los Tapacurás para que en ella tuviese la gente á donde acudir por socorro en sus necesidades.

Pronunció don Luis estas palabras esforzánzose por aparecer tranquilo pero con tal energía que ni caballeros ni señoras se atrevieron a replicarle; y la Marquesa dio discretamente otro rumbo a la conversación. De allí a poco don Luis se despidió y al poner el pie en el estribo de su berlina, que le esperaba en la puerta, dijo al cochero: «calle del Guadarrama 92, y deprisa

Poco después de esta mudanza, deseosos los bárbaros de tener algunas herramientas, pasando el Guapay se ponían en celada escondidos en las matas, y aguardando la ocasión de la noche, asaltaban los villajes á los españoles, robando cuantos más cuchillos, hachas, azadones y otros pedazos de hierro podían, sin causar otro daño; pero como creciendo la codicia en los bárbaros creciese también la audacia, se atrevieron á coger á los campesinos, y matarlos á su salvo.

Sucedió á Hakem el débil Hescham II; mas ¿no fue bajo el reinado de este que salió de entre la muchedumbre de tus soldados ese intrépido Almanzor, terror de los ejércitos cristianos, héroe que hizo morder el polvo de la tierra á cuantos se atrevieron á medir con él su lanza, varon tan celoso de su dignidad, que al sentirse herido en Calatañazor y al creer segura su derrota, rasgó los vendajes que detenian su sangre para morir sobre el campo de batalla? ¿Cuándo arrojó mas vivos resplandores el astro de tu fortuna y de tu gloria?

JESSY. ¡Qué suerte tuvo usted...! No fué suerte, como usted dice. Me había impuesto al Jurado. Ellos no me habían comprendido, sino soportado; yo llevaba a esa vieja casona un espíritu nuevo, una ardiente sensibilidad, que maravillaron a mis profesores. Obtuve el primer premio de Comedia y de Tragedia; los subvencionados se asustaron; no se atrevieron a soltarme en el repertorio.

Los galicistas del siglo XVIII, tan ignorantes como mezquinos, se atrevieron solos á calificar en general la poesía española de este siglo de que hablamos, de poesía de mal gusto, distinguiendo sólo, en toda la literatura del mismo, alguna que otra producción rara y fenomenal, y no de mucha importancia.

Cuantos jóvenes elegantes, de buena posición, nobles o de talento relativo, se atrevieron a declararse a Olvido, recibieron las fatales calabazas que ella se había jurado dar a todos con una fórmula invariable. «El amor no era su lote»; no creía en el amor.

En fin, que algunas señoras de las más encopetadas se atrevieron a romper la tradición, y desde Octubre en adelante, hasta que volvía Pascua florida, se pasearon con gran descoco en el Espolón. Tras aquéllas fueron atreviéndose otras; los pollos advirtieron que el Paseo de los curas era más corto y más estrecho que el Paseo Grande, y esto les convenía.

El rey, el príncipe, su hermano, los ulemas y los astrólogos, todos en suma, apenas se atrevieron a dirigirles la palabra en prosa, sino que les echaron a porfía mil piropos, ya en versos persas, ya en versos arábigos, que los señores Vandenpeereboom y Tiburcio se encargaban de traducir.

Ni una sola vez se atrevieron á cargar al machete; ni en una ocasión tan siquiera hicieron frente á las tropas leales, ni tuvieron valor para levantar un rail, ni llevaron su osadía hasta el extremo de detener un tren de viajeros.