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Poco después de la Queda salían los hermanos, que tenía cada uno de ellos la misión de recorrer un barrio, del que llegaban á conocer todos sus rincones, encrucijadas y callejas; iban por entre las sombras con paso reposado y lento, y en determinados lugares se detenían y bajando el embozo de la capa, con tono quejumbroso gritaban: ¡Para hacer bien y decir misas por los que están en pecado mortal!

Anhelando salir del laberinto en que sus pensamientos se perdían, no encontraba la senda que su conciencia atormentada le sugería tomar para salir al gran camino donde evolucionaría lealmente. Mil escrúpulos la detenían; si hubiera estado cierta de que su novio deseaba una ruptura, no habría vacilado en retirar su palabra.

Entre las masas de edificios vió el gigante abrirse floridos jardines, que á él le parecían no más grandes que un pañuelo, y en cuyos senderos se detenían las mujeres para levantar la vista, admirando la enorme cabeza que pasaba sobre los tejados.

Al concertarse el francés con Madariaga, los propietarios de las inmediaciones, que vivían á quince ó veinte leguas de la estancia, detenían al nuevo empleado en los caminos para augurarle toda clase de infortunios. No durará usted mucho. A don Madariaga no hay quien lo resista. Hemos perdido la cuenta de sus administradores. Es un hombre que hay que matarlo ó abandonarlo.

El primer guardia que intentó trepar, cayó rodando herido por una bala en el hombro. El enemigo invisible tenía la ventaja de la posicion; los valientes guardias que no sabían huir, estaban á punto de cejar, pues se detenían y no querían avanzar. Aquella lucha contra lo invisible les aterraba.

La muchedumbre montada, al emprender su marcha todos los amaneceres, veía á los yaquis tranquilos en su campamento, como si pensasen quedarse allí. Cuando al llegar la noche, después de una larga jornada á caballo, se detenían para descansar, encontraban instalados ya á los mismos indios en el lugar designado de antemano, como si hubiesen llegado volando y sin fatiga aparente.

La mano de un cocinero iba de un extremo a otro de la mesa, armada de un tenedor, colocando en los platos estos entremeses del almuerzo a gusto de los pasajeros. Muchos curiosos se detenían frente a un gran reloj regulado desde el puente por una corriente eléctrica, y modificaban sus cronómetros con arreglo al salto atrás que acababan de dar las agujas.

Todas estas dificultades detenian el ofendido ánimo del Rey, pero no de manera, que borrasen la memoria del agravio.

Tomasa hablaba del niño del zapatero a los buenos señores del cabildo que después del coro se detenían un momento en el jardín. La oían distraídos, hundiendo su mano en la sotana. ¡Todo sea por Dios! ¡Cuánta miseria...! Y unos la daban diez céntimos, otros un real; hasta hubo quien llegó a dar una peseta.

Los pilluelos que corrían tras el coche aclamando a Gallardo habían quedado rezagados, deshaciéndose el grupo entre los carruajes; pero a pesar de esto, las gentes volvían la cabeza, como si adivinasen a sus espaldas la proximidad del célebre torero, y detenían el paso, alineándose en el borde de la acera para verle mejor.