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Por esta razon se habrá dado á todos los seres sensibles, aun á los destituidos de razon, esa intuicion de la extension ó del espacio, que viene á ser en el viviente como un campo sin límites, donde se retratan las diferentes partes del universo. ARMONÍA DEL ÓRDEN REAL, FENOMENAL,

Luego la geometría prescinde absolutamente de las magnitudes consideradas como fenómenos, y solo se sirve de ellas en cuanto la representacion sensible puede auxiliar á la percepcion intelectual. Segun estos principios, la geometría es la ciencia de un órden de seres, la cual sensibiliza sus ideas puras en una representacion fenomenal.

Los idealistas al negar la existencia de los cuerpos, no han negado su existencia fenomenal, esto es, su apariencia á los ojos del espíritu bajo una forma sensible.

Es evidente que el órden fenomenal, aunque distinto del real, está sin embargo ligado con él y depende del mismo, por leyes constantes: si suponemos que no hay un paralelismo entre la realidad y el fenómeno, y que en aquella no hay todas las condiciones necesarias para satisfacer las exigencias de este, no habrá ninguna razon porque los fenómenos estén sometidos á leyes constantes, y no suframos en nuestra experiencia perturbaciones continuas.

Era estupendo, fenomenal que un ser cuya importancia social había sido casi semejante a la de los insectos, fuera causa de encender muchas luces, de tender muchos paños y de poner roncos a sochantres y sacristanes. Esto, a fuerza de ser extraño, rayaba en lo chistoso. No se habló de otra cosa en seis meses.

Y encima de esto y por contera y remate, ¡no tener palabra ni ojos sino para el mando y para lanzar miradas que dejaban al más osado hecho una estatua de piedra! Vamos, esto era fenomenal é intolerable.

Los galicistas del siglo XVIII, tan ignorantes como mezquinos, se atrevieron solos á calificar en general la poesía española de este siglo de que hablamos, de poesía de mal gusto, distinguiendo sólo, en toda la literatura del mismo, alguna que otra producción rara y fenomenal, y no de mucha importancia.

Pero, ¡cosa singular! el mismo filósofo que llamaba á la realidad apariencia engañosa, que veia oscuro lo que el humano linaje considera claro, tan pronto como sale del mundo fenomenal y llega á las regiones de lo absoluto, se encuentra alumbrado por un resplandor misterioso, no necesita discurrir, sino que por una intuicion purísima ve lo incondicional, lo infinito, lo único, en que se refunde todo lo múltiplo, la gran realidad cimiento de todos los fenómenos, el gran todo que en su seno tiene la variedad de todas las existencias, que lo reasume todo, que lo absorbe todo en la mas perfecta identidad; fija la mirada del filósofo en aquel foco de luz y de vida, ve desarrollarse como en inmensas oleadas el piélago de la existencia, y así explica lo vario por lo uno, lo compuesto por lo simple, lo finito por lo infinito.

Es preciso que estemos seguros de la correspondencia de nuestras sensaciones con un mundo exterior, puramente fenomenal, sino real y verdadero.

Concluía la charlatana vieja su perorata, cuando ocurrió un suceso tan extraño, fenomenal e inaudito, que no podría ser comparado sino a la súbita caída de un rayo en medio de la comunidad mendicante, o a la explosión de una bomba: tales fueron el estupor y azoramiento que en toda la caterva mísera produjo. Los más antiguos no recordaban nada semejante; los nuevos no sabían lo que les pasaba.