United States or Anguilla ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡No! me repuso, la noche me gusta más... vámonos, tiemblo de que el sol me sorprenda en la calle y arrastrándome con fuerza, bajamos la escalera y me obligó a conducirla al toilette. Adiós... le dije estrechándole la mano. Adiós me replicó apretándome la mía en que quedaron impresos sus dedos finos y nerviosos. Al dar vuelta, me encontré con don Benito que acababa de abandonar a su compañera.

Todo esto, a veces, me parecía un programa indefinido, nebuloso, pueril e idealista. Mas el deseo de esta aventura original y épica, acababa por convencerme, arrastrándome como a las hojas secas los remolinos del viento. Suspiré anhelante por pisar la tierra de China. Después de largos preparativos aligerados a peso de oro, una noche, por fin, partí para Marsella.

La vi tambalearse, pero al movimiento que hice para sostenerla se desprendió por un impulso de inconcebible terror, abrió desmesuradamente los ojos extraviados y exclamó: «¡Domingo!...» como si despertara de un mal sueño que hubiese durado aquellos dos años; luego dio algunos pasos hacia la escalera arrastrándome en pos de ella sin conciencia de lo que hacía.

En lugar de esto, parece que mi alma participa de las debilidades de mi cuerpo, porque encuentro que me faltan o se debilitan en aquellos sentimientos vivos que penetran el alma y la elevan al cielo, haciéndonos felices en todas las situaciones de la vida; me siento fría, e insensiblemente arrastrándome sobre la tierra. ¡Oh! no es esta la vejez que se necesita para preparar el alma.

Escuché otra, vez; hubiera dado cuanto poseía por oír la voz de Sarto, porque me sentía débil, casi exánime y el bribón de Ruperto seguía suelto por el castillo. Pero comprendiendo que me sería más fácil defender la estrecha puerta situada en la parte superior de la escalera que la muy ancha que daba entrada a las celdas, subí los escalones casi arrastrándome y me detuve detrás de la puerta.

Cuando te encontré, venía de allí... venía de verla y conversar con ella... , esta noche, en casa de Charito González, no hace media hora, tuve el mismo vértigo, me envolvió la misma llamarada. Y ahora ya no soy dueño de , todo lo que me pasa y todo lo que hago viene como arrastrándome y como aplastándome. Se cubrió Muñoz la cabeza con las manos abiertas, los codos sobre la mesa, y suspiró.