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Actualizado: 10 de noviembre de 2025


Este capón no tiene coyunturas, exclamaba el infeliz sudando y forcejeando, más como quien cava que como quien trincha. ¡Cosa más rara! En una de las embestidas resbaló el tenedor sobre el animal como si tuviera escama, y el capón, violentamente despedido, pareció querer tomar su vuelo como en sus tiempos más felices, y se posó en el mantel tranquilamente como pudiera en un palo de un gallinero.

Mientras pasaba la procesión, la niña estuvo inquieta, moviéndose y balanceándose como un ave á punto de emprender el vuelo; pero cuando todo hubo terminado, miró á Ester en el rostro, y le dijo: Madre, ¿es ese el mismo ministro que me besó junto al arroyo?

Sigamos en su vuelo, al otro lado de los montes y los mares, al pájaro que se marcha hacia otros continentes. La frente refleja un instante su rápida imagen pero bien pronto desaparece en el espacio.

¿Está usted seguro de que al tercero o cuarto... o vigésimo vuelo, después de metida en las espesuras del mundo, y con más años y más apetitos encima, hubiera caído mejor? Además, hombre, ¡qué canástoles! cuando yo empezaba a recrearme en ella, recién educada con tantas precauciones y tantos cuidados...

Batíale el corazón a nuestro mancebo, y no sabía si paraíso de su ventura era aquel a cuya puerta se encontraba, o triste lugar donde del vuelo de sus amorosas ilusiones cayese en el negro abismo de un mortal desengaño; y como la blanca estera de palma, ricamente labrada y matizada con vivos y bien contrapuestos colores, le convidase a llegar sin ruido adonde ella estaba, llegose hasta tocarla casi, y viola, copiada por el espejo, con la mirada absorta, y triste y melancólica, y tan pensativa de amor, y de un tal amor y tan del alma, y tan encendido, que él no pudo dudar de que a efectos de la poco antes pasada música nacían aquellas imaginaciones amorosas que en los lucientes ojos de doña Guiomar tan al vivo se representaban, y pareciéndole a Miguel, o más bien sintiendo que no una criatura mortal y perecedera contemplaba, cuya beldad había de perderse en la edad o en la muerte, sino una divinidad inmortal, trasunto de todas las bellezas que el alma puede fingir en lo no conocido, aunque esperado, ardiósele el alma, desmayósele el cuerpo, y como quien adora arrodillose, y sin ser poderoso a otra cosa, convidándole la una mano de doña Guiomar, asiola como se dijo y besola, siendo este el principio de lo que ya se ha relatado, hasta el punto en que nuestro Miguel escribió la carta que Florela encontró en el aposento, donde no a reposar, sino a que soñase locuras por su venturoso amor, le había llevado.

Para apoderarse de aquellas esencias y causas de que su amo le hablaba, abría el pico como el pájaro que acecha el vuelo de la mosca que quiere cazar. Pues bien añadió él anoche leyó mi padre unas páginas sobre la belleza.

Plata; cuatro cuarteles, azul y gules; triple león rampante; la rosa heráldica, unida al blasón de la torre, plata sobre gules; brazo armado, con espada doble; grifo, medio vuelo y casco de cimera. Olvidásteis que uno de los tres leones, el de mis deudos los Lutrel, va también armado y los otros no. Pero bien está para un novicio.

VUELO POR LAS MONTA

¡Oh delicia! ¡oh amor del tranquilo jardín donde el alma sintió la pasión de soñar y, en el vuelo fugaz de la brisa, escuchar la quejumbre sutil de un celeste violín o el latido inicial de un anhelo de amar! Entrad todos, entrad.

Creo además que, partiendo de lo particular e inmediato, se ve mejor lo general, mientras que, procediendo a la inversa, quizá no logremos ver ni lo uno ni lo otro, ni lo general ni lo particular. Y en último caso procedo así porque mi alicorta inteligencia carece de vuelo para generalizar.

Palabra del Dia

aquietaron

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