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A lo cual estoy más que dispuesto, como pueda verme con ella a solas contesté. De seguro no cree usted que la tarea pueda parecerme ingrata ni difícil, ¿eh, Sarto? Tarlein tuvo a bien ponerse a silbar, y luego dijo: Tarea es esa que hallará usted más fácil de lo que piensa. Mire usted, Raséndil, me duele decírselo, pero no lo puedo remediar.

Bien: dijo ¡asunto arreglado! Usted me perdonará... ¡estamos de viaje!... ¿Gusta usted de almorzar? Y se levantó y me condujo a la puerta. En esos momentos apareció la señorita. ¡Papá! Sonrojóse al verme, y murmuró tímidamente: Usted dispense.... ¿Qué quieres, Gabriela? le preguntó el caballero. ¿A qué hora hemos de salir? Después de comer... a menos que quieras salir más tarde....

Perdone usted me dijo este hombre extraño, con voz cavernosa . Vengo a verle porque me han dicho que es usted un intelectual. Exageraciones, calumnias de mis enemigos, que tienen, sin duda, ganas de verme en la Cárcel Modelo le contesté . ¿Es usted de la Policía? No. De momento, no dijo el hombre con una sonrisa helada . Soy un modesto asesino, para servir a usted...

No sigas adelante, si no quieres verme hacer pucheritos... Hablemos de otra cosa añadió reclinándose perezosamente en el sofá y estirando las piernas con demasiada confianza, hablemos de Pérez Almagro. Pérez Almagro era el último amante que la generala había tenido, y que no dejaba de inspirar cierta inquietud, ya que no celos, a nuestro joven.

Las sombras de la noche penetraron casi repentinamente y pronto me envolvieron en densa obscuridad. Por fin, después de no corto espacio de tiempo, encendí la luz y abrí la puerta. Rafael se hallaba en la galería, en el hueco de una ventana, y al verme, pareció despertar de un sueño. ¡Rafael...! exclamé; pero él me interrumpió, diciendo: ¡No me digas nada; no, ni a que soy tu mejor amigo!

»Comprendí que iba a verme obligado a usar de mi revólver, y como Juancito me gritaba de lejos que siguiera, que me iba a comprometer, opté por aceptar su consejo y me alejé al galope, alcanzando a oírle juramentos y amenazas contra ti. ¿Por qué? ¿Qué ha pasadoQue doña Ramona lo ha dejado y se ha venido; pero, ¡qué animal!... No te decía yo, Melchor, que esto podría tener consecuencias.

Una palabra, amigo le dije, saliéndole al encuentro y colocándole una mano en el hombro. Se puso atrozmente pálido, retrocedió dos pasos y llevó rápidamente la mano al bolsillo de la americana, sin duda en busca de un arma. Mas al verme tranquilo y como sorprendido de su movimiento, la dejó caer otra vez y me preguntó: ¿Qué se ofrece? Tengo que hablar con usted dos palabritas.

Al fin, Teresa lo rompió, preguntándome resueltamente: ¿No me dijo V. por carta que me quería? ¡Pues ya lo creo que la quiero á V.! ¿Entonces, por qué ha dejado de venir á verme y de pasar por la calle de día? Porque temía que su mamá... Ha sido un susto bien agradable. Momento de pausa, en el cual me acudió á la mente un tropel de pensamientos que todavía me avergüenzan.

Por cierto estraña y nunca vista cosa, Despavilé la vista, y parecióme Verme en medio de una ciudad famosa. Admiración y grima el caso dióme, Torné á mirar, porque el temor ó engaño No de mi buen discurso el paso tome. Y dixeme á mi mismo: no me engaño.

Porque era de ese «aquel», y no lo podía remediar. No en todas las ocasiones llegaba a tanto el interés que se tomaba por lo ajeno; pero siempre le daban en cara y le metían en grandes cuidados los descuidos de los demás. Ya sabía él cuándo había llegado yo a Tablanca y la vida que había hecho desde entonces. Le gustaba mucho verme apegado a la tierra y a la casa de mis abuelos.