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Actualizado: 9 de julio de 2025


Morales y Jaramillo debían tal vez sus apellidos y la poca sangre europea que corría por sus venas á dos conquistadores españoles llegados al país siglos antes; pero en realidad eran dos mestizos guaraníes, pequeños, ágiles, débiles de miembros aparentemente, y con una resistencia asombrosa para la fatiga y las privaciones.

Me invade como la embriaguez de la fiebre, ofusca mis sentidos y me hace hervir la sangre en las venas: es el deseo de descansar, una vez tan siquiera, entre sus brazos para llorar en ellos a mis anchas, porque desde aquellas noches las lágrimas se han secado en . Me ha sido imposible llorar desde ese día en que encontré a Marta tendida en su lecho de dolor. Quince días después.

La aureola de su rubio cabello persistía aún; era más fino, más etéreo y sedoso, pero, a pesar de su abundancia, no ocultaba los huecos de las sienes cruzadas de azules venas. Clara dijo Juan en tono de reproche. ¡Te ruego me perdones, Juan! dijo, dejándose caer en una silla, pero asida aún de su mano, perdóname, amigo mío, pero ya no podía aguardar más; me hubiera muerto.

Y así hemos ido tirando tan guapamente: sin acordarte dos veces al año del santo de mi nombre, y yo sin apurarme por ello cosa mayor, porque mientras tuve salud, tuve alegría, y a la luz de ella me tenía por bien acompañado con vivir entre estas gentes y estos riscos y hasta sus alimañas, que me parecían ya, a fuerza de verlos y palparlos, carne de mis huesos y sangre de mis propias venas.

Feliz y orgullosa, con las mejillas encendidas y los ojos brillantes, se pasea de su brazo fuera de la tienda. Ríe, charla y bromea, y él la imita lo mejor que puede. En el ardor del baile ha perdido la timidez por completo... Una alegría terrible arde en sus venas.

Al través de su piel blanca como la leche, se distingue el azul de las venas y el rojo de la sangre cuando el rubor o la expresión la enciende. Sus finos cabellos, negros como el azabache, caen sobre los hombros, de suerte que le dan todo el aspecto de una jovencíta. Nadie diría que tiene más de treinta años.

También Amaury sentía en alto grado el influjo de aquella noche cuyas ardientes emanaciones aspiraba también él; pero lo que derramaba sobre Magdalena una suave languidez hacía circular torrentes de fuego por las venas de su novio.

Yo para vos, los pajarillos nuevos, Diversos en el canto y los colores Encerraba, gozoso de alegraros; Yo plantaba los fértiles renuevos De los árboles verdes, yo las flores En quien mejor pudiera contemplaros, Pues á los aires claros Del alba hermosa, apenas Salistes, Carlos mío, Bañado de rocío, Cuando, marchitas las doradas venas El blanco lirio convertido en hielo, Cayó en la tierra, aunque traspuesto al cielo. ¡Oh, qué divinos pájaros agora, Carlos, gozáis, que con juntadas alas Discurren por los campos celestiales En el jardín eterno!... .»

Viendo que el enfermo nada decía, el P. Florentino como absorto en un pensamiento, murmuró: ¿Dónde está la juventud que ha de consagrar sus rosadas horas, sus ilusiones y entusiasmo al bien de su patria? ¿Dónde está la que ha de verter generosa su sangre para lavar tantas vergüenzas, tantos crímenes, tanta abominacion? ¡Pura y sin mancha ha de ser la víctima para que el holocausto sea aceptable!... ¿Dónde estais, jóvenes, que habeis de encarnar en vosotros el vigor de la vida que ha huido de nuestras venas, la pureza de las ideas que se ha manchado en nuestros cerebros y el fuego del entusiasmo que se ha apagado en nuestros corazones?... ¡os esperamos, o jóvenes, venid que os esperamos!

Disculpémosle también del conato de suicidio, y disculpémosle, por último, aunque se escandalicen mis lectores, de que haga un pacto con el diablo y le firme con la sangre de sus venas.

Palabra del Dia

buque

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