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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Vamos, ¿tienes cigarros?... ¿no?... Espera, voy a traerte. Y, turbado siempre, me precipito a la pieza donde tengo mis provisiones de fumador; me parece que la punta encendida de un cigarro va a mejorar la situación. Pero, al volver, con mi caja debajo del brazo, veo por la puerta que ha quedado abierta... ¡Ah señores! veo una cosa que me hiela la sangre en las venas...

A la sazón, sus orejas parecían de cera, sus labios apenas cortaban, con una línea de rosa apagado, la amarillez de la barbilla, sus venas azuladas se señalaban bajo la piel, y sus encías, blanquecinas y flácidas, daban color de marfil antiguo a los ralos dientes.

El cabello negro y áspero tenía bastantes canas, y generalmente se veía la potente cabeza apoyada en una mano negra, tostada, cuyas venas retorcidas y tendones y músculos recordaban la mano que D. Quijote enseñó a Maritornes cuando lo colgaron del tragaluz de la venta. En un velador cercano tenía el guerrillero medicinas que tomaba cartas que leía, tabaco, un libro, un rosario y una pistola.

No os la doy para que la beséis, sino para que miréis la contestura de sus nervios, la trabazón de sus músculos, la anchura y espaciosidad de sus venas; de donde sacaréis qué tal debe de ser la fuerza del brazo que tal mano tiene. -Ahora lo veremos -dijo Maritornes.

Lo mismo la tienda de Graells que la de la Morana y el Saloncillo, se transformaban al llegar la noche en verdaderos arsenales. Cada uno de los que iban llegando dejaba arrimadas a la pared sus armas y pertrechos de guerra. Al salir tornaban a empuñarlas con un valor impávido, digno de la sangre cántabra que casi todos llevaban en las venas.

No le perdonaba su afectación hipócrita en llenarle de ridículo, y, sobre todo, no le perdonaba que hubiese intentado desmoralizarla, exponiéndola con un orgullo de demonio, su teoría perversa, y tanto menos la perdonaba, cuanto que sentía que había casi logrado su objeto, y que poco a poco el veneno iba infiltrándose en sus venas.

Dios ha sido, hijo mío, Dios ha sido, y un poco también la buena sangre que tienes en las venas.... ¿Tienes escogida ya esposa? El joven sonrió haciendo un signo afirmativo. ¿Quién es? He pensado en Esperancita Calderón. ¿Qué le parece? Perfectamente. Es una niña muy bien educada, muy simpática: además yo la quiero como una hija.

En tal momento nada podía serle más cruel. Todas sus dudas se afirmaban. Sentía, con lucidez desesperante, que no eran sólo obstáculos materiales los que lo separaban de ella; la voluntad misma del señor y la señora Aubry no los acercaría; existía entre ella y él una diferencia de raza; la misma sangre no corría por sus venas.

Le pagan miles de duros añadía Gabriel por cada minuto de su existencia; pero el oro no puede proporcionarle una gota de sangre nueva que sanee el veneno hereditario de sus venas.

Quisiera dormirme, , quisiera despertar en tus brazos y que infundieses de una vez en mi alma ese sosiego adorable que se escapa de tu rostro, que hicieses correr por mis venas esa frescura virginal en que se baña tu pura naturaleza, que soplases en mi corazón el aliento de tu caridad inagotable.

Palabra del Dia

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