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Actualizado: 12 de julio de 2025


Porque la maldita tartana cumplió tan bien sus instrucciones, que poco a poco el vapor fue velando a las tres embarcaciones que se hundieron en la bruma y desaparecieron cuando el sol no arrojaba ya más que una claridad sombría y rojiza, y las estrellas comenzaban a brillar.

Ni la ambición te inquieta, ni la pompa vana del mundo te fatiga, pues los límites de tus deseos no se estienden a más que a pensar tu jumento; que el de tu persona sobre mis hombros le tienes puesto: contrapeso y carga que puso la naturaleza y la costumbre a los señores. Duerme el criado, y está velando el señor, pensando cómo le ha de sustentar, mejorar y hacer mercedes.

Apenas se hubo apoyado en la baranda para escuchar, vio que un cuerpo se aproximaba a él, velando la luz del sol, y oyó una voz enérgica que recortaba duramente las palabras.

Retiráronse, cenaron tarde y mal, bien contra la voluntad de Sancho, a quien se le representaban las estrechezas de la andante caballería usadas en las selvas y en los montes, si bien tal vez la abundancia se mostraba en los castillos y casas, así de don Diego de Miranda como en las bodas del rico Camacho, y de don Antonio Moreno; pero consideraba no ser posible ser siempre de día ni siempre de noche, y así, pasó aquélla durmiendo, y su amo velando.

, os parecéis algo dijo ella ; pero se ve claramente que nuestra raza ha degenerado. Era él mucho más guapo y más robusto que . Ahora los Valcárcel sois todos de alfeñique; si a ti te cargaran con esa armadura, estarías gracioso. Sebastián continuó amando en secreto y sin esperanza. El guerrero de las Alpujarras siguió velando por el honor de su raza.

Hasta ahora no; pero no os descuidéis, pues temo que la noche no pase sin alarmas. Entró en la tienda con Hans, que se caía de sueño, y el piloto y Cornelio se sentaron junto al fuego con los fusiles entre las rodillas. Media hora llevarían velando cuando oyeron a corta distancia lúgubres aullidos.

Esta mañana se ha puesto algo mejor y hemos vuelto a la esperanza, pero me estremezco todavía al pensar que la muerte ha podido llevarse a mi padre querido en ese obscuro estado de alma que lo tiene tan lejos de Dios. Una noche en que lo estaba velando, me puse a rezar y a llorar arrodillada al lado de la cama, creyéndole dormido.

Y vio blancos esqueletos velando como tétricos ángeles a las puertas de las ciudades que eran su obra, vigilando el rebaño apriscado en su interior, repeliendo como reses malditas a los locos irrespetuosos que se negaban a reconocer su autoridad.

El incienso se elevaba en nubecillas azules en torno de la custodia, velando el brillo del oro. Cuando cesó el cántico, volvió a sonar el órgano y la carroza púsose de nuevo en marcha. Temblaba toda ella desde la base a la cúspide, y el movimiento hacía sonar como un cascabeleo de plata las campanillas pendientes de sus adornos góticos.

-Ya te entiendo, Sancho -le respondió don Quijote-; que bien se me trasluce que las visitas del zaque piden más recompensa de sueño que de música. -A todos nos sabe bien, bendito sea Dios -respondió Sancho. -No lo niego -replicó don Quijote-, pero acomódate donde quisieres, que los de mi profesión mejor parecen velando que durmiendo.

Palabra del Dia

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