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Doña Manolita, abrazando tiernamente a doña Luz, contestó con estas palabras: Aunque no tuviese yo mil razones para alegrarme de mi boda, me alegraría, porque te ha excitado a declararme hoy tu amistad del modo más explícito y como nunca lo habías hecho. Estoy contenta y llena de orgullo de que tanto me estimes para amiga.

Pero se quedó mirando por el quicio de la puerta y su escándalo creció cuando vió que su señora y el joven caballero se asían tiernamente de las manos, y que el caballero se atrevía á dar un beso á su señora. ¡Oh, qué hermoso y qué gentil vienes, mi don Juan! dijo doña Clara, mirando arrobada al joven . Y cómo se conoce la ilustre sangre que te alienta.

Clavel le arrojó una mirada despreciativa y se dispuso á salir, pero su marido la atajó antes de que pudiese penetrar en lo interior. ¡Que no! ¡que no te vas sin darme un abrazo! ¿No quieres?... Pues te lo daré yo á ti... Y diciendo y haciendo la estrechó tiernamente entre sus brazos y la aplicó un par de sonoros besos en las mejillas.

El suceso, que sirve de fundamento á estos diversos dramas, ocurrió en la ciudad de Teruel, en Aragón, en tiempo de Carlos V. Don Diego, mancebo noble, pero no rico, ama tiernamente á Doña Isabel, hija del opulento Don Pedro, y es correspondido de igual modo por ella; pero tiene por rival á Don Fernando, protegido por el padre de la doncella, y que cuenta también con el favor de Elena, sobrina de Don Pedro.

Reynoso a su vez la apretaba tiernamente contra su pecho y le acariciaba la cabeza rozando con los labios sus cabellos dorados. Al cabo de un largo silencio, Elena levantó sus ojos mojados de lágrimas y sonriente y confusa balbució con mimo: ¡Si me hicieses un favor, Germán! ¡Cuanto quieras, alma mía! Es que acaso te moleste... Si me molesta, mejor: así tendrá algún mérito.

Me hacen feliz esos elogios, pues si yo me decidiera a llenar el vacío de mi hogar, querría mucho tener tu aprobación. El octogenario se paró de repente. ¿Piensas acaso?... Su voz temblaba. ¡Dios mío! ¿Por qué disimularlo? Ya sabe usted si he amado tiernamente a la querida criatura que el cielo me arrebató muy pronto... Pasemos adelante.

En una bella Epístola al doctor Matías de Porras, publicada después en La Circe, pintó bellamente Lope la felicidad de su vida doméstica. De tales sentimientos está impregnado el libro Los Pastores de Belén, especie de Arcadia a lo divino, que publicó a principios de 1612, tiernamente dirigido a su hijo Carlos.

Ya las he visto y acaso en mi imaginación las finja ahora más hermosas aún de lo que son. Además, Dios me permite estar al lado de ellas, sentir su aliento embalsamado y fresco... y tenerte a ti al mismo tiempo. Peor, mil veces peor sería que las viese y no pudiera tener tu mano en la mía como la tengo ahora. Cirilo le pasó el brazo por detrás de la cintura y la apretó tiernamente contra .

El día en que descansan la cabeza sobre la almohada conyugal, advierten con una dulce sorpresa que nunca habían dormido tan bien. El conde besó tiernamente las dos manos de Germana y le dijo: , me amas, y nadie me ha amado nunca como . me has hecho ver un mundo nuevo, lleno de delicias honestas y de placeres sin remordimientos.

Llegose en esto á disimulado Un mi amigo, llamado Promontorio, Mancebo en dias, pero gran soldado. Creció la admiracion viendo notorio Y palpable, que en Napoles estaba, Espanto á los pasados acesorio. Mi amigo tiernamente me abrazaba, Y con tenerme entre sus brazos, dixo: Que del estar yo alli mucho dudaba. Llamóme padre, y yo llamele hijo.