Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 12 de junio de 2025
Retrocedió dos pasos y se arrojó con tal fuerza contra la puerta, que esta no quedó, evidentemente, en estado de recibir otro golpe. En el mismo instante se abrió la puerta y Lea, muy pálida, apareció en el umbral. Con un ademán indicó la casa á Sorege y dijo con voz cansada: Puesto que no puedo escapar á su persecución, entre usted.
El que se ha portado con un amigo que le abría con toda su confianza su corazón, como usted se ha portado conmigo, es el último de los miserables, señor de Sorege. He visto en el presidio de que vengo muchos malvados, pero ninguno tan perfecto como usted. ¡Eso es lo que usted quiere, un duelo conmigo, que le levante y que le lave! Se engaña usted. No busco tal duelo.
En este mismo momento Tragomer adquirió la certidumbre de que Jenny Hawkins no era Juana Baud y de que en esto estaba el nudo de la intriga. Era preciso descubrir debajo de Juana Baud á Lea Peralli. Porque la máscara con que la cubría Sorege era doble á no dudar. El conde había levantado la de Jenny y mostrado á Juana; no había nada más que esperar.
Lea permaneció como atontada, de pie, sin moverse, y él le dió un golpe violento en un hombro. ¿Vamos á volver á empezar?... ¡Ira de Dios! Te voy... No dijo una palabra más. Dando un grito de rabia, Lea se volvió y le hirió en la garganta con la larga aguja. Sorege se quedó de pie, con los ojos fijos y una sonrisa estúpida en los labios.
Si Lea está viva, si Sorege es cómplice de su desaparición y la sustituyeron con otra víctima, es preciso que la verdad brille y que se sepa qué móviles les guiaron y cómo lograron engañar á la justicia y á mí mismo. Es indispensable que me digas todo lo que sabes y que yo te cuente lo que ignoras. Porque ante los jueces no lo he dicho todo, no podía decirlo.
Yo no he sido más que un instrumento de odio en las hábiles manos de usted. Ahora lo veo. El mal que yo he hecho, usted lo ha concebido y premeditado y es más responsable que yo. Usted no se ha comprometido por salvarme, me ha perdido para satisfacer su odio. Yo he sido siempre su víctima, siempre sublevada y ahora implacable... Sorege dijo en tono burlón: ¡Vamos!
La naturaleza franca y viva del uno no concordaba bien con el temperamento frío y calculador del otro. Sorege había sido siempre reservado con Tragomer y cuando éste se lo hacía observar á su amigo común, Jacobo respondía: "Déjale. Hay que tomar á Juan como es; no conseguiremos cambiarle. Es un diplomático; jamás dice lo que piensa."
Si Sorege es culpable, si es cómplice, si solamente conoce la verdad y la encubre tan infamemente, es que tiene un grave interés en hacerlo así, y siendo tan dueño de si mismo y hábil y calculador por excelencia, ha debido tomar todas las precauciones para ponerse á salvo de una sorpresa.
Por muy dueño que fuese de sí mismo, Sorege se estremeció al oir aquel nombre. Su cara se cubrió de palidez y, casi en voz baja, replicó: En el juego que él hacía era imposible ganar. Tragomer, entonces, sacudió la cabeza y dijo con voz firme: Sobre todo cuando hay que habérselas con adversarios que señalan las cartas...
¡Oh! eso lo dicen todos los condenados... Es muy fácil... Pero en cuanto á dar una prueba... ¿Y si esa prueba existiera? Sorege se puso lívido, sus ojos lanzaron un relámpago y exclamó: ¿Qué prueba? La confesión del crimen por su autor. ¿Y ese autor, ¿quién es? Una mujer. ¿Tendré que decir á usted su nombre? ¿Cuál, en este caso?
Palabra del Dia
Otros Mirando