Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 12 de junio de 2025
Aquí tiene usted mi historia, que es la de todos los amigos de Jacobo de Freneuse, y ahora comprenderá usted porqué á Sorege le es desagradable hablar de este asunto.
Se volvió vivamente y al ver á la joven venir hacía él fresca, sonriente y animada por su paseo matinal, dijo: El triunfo de anoche no ha fatigado á usted, según veo, pues se ha levantado tan temprano... Sorege le ofreció la mano, pero Jenny pareció no ver su movimiento y se acercó á un espejo donde se quitó el sombrero y se arregló el cabello mientras hablaba: ¿Estaba usted en el teatro?
Pero á pesar de todo no se sentía unido á él por una de esas simpatías que le eran tan fáciles y tan necesarias. Entre Sorege y él había siempre un velo, el de los párpados que ocultaban habitualmente la mirada de aquél. Cuando volvieron, la opinión de Harvey era la misma. Confesaba que no tenía nada de que acusar á Sorege más que de no gustarle.
Si con una palabra hubiera podido aniquilar el hotel Harvey y todos los que en él estaban, la afrenta que acababa de sufrir hubiera sido terriblemente vengada. Sorege anduvo calles y calles rumiando sus reveses y su cólera. De pronto se detuvo; se encontraba detrás de Withe-Hall y se puso á pasear delante del palacio pensando profundamente.
La persona del conde de Sorege le fué antipática desde el primer momento. Aquel personaje circunspecto y glacial que no decía nunca sino la tercera parte de lo que pensaba y no miraba jamás á los ojos de las personas, le desagradaba extraordinariamente. Era el antípoda de su modo de ser.
Señaló á Cristián una silla al lado de su sillón y dijo en tono un poco autoritario: Siéntese usted. Celebro mucho hablarle; deseaba conocerle hace mucho tiempo. Algunos amigos míos me han hablado de usted con frecuencia. Su prometido... ¡No! El señor de Sorege no ha pronunciado jamás su nombre de usted. Y, sin embargo, sé que ha sido su amigo durante muchos años.
Á todo aquello de que es capaz... Lea se quitó los brazaletes y dijo enseñando en sus brazos las huellas de los dedos de Sorege: Casi me ha roto el brazo para obligarme á desmentir mi declaración... Creo que me hubiera matado... ¿Y has obedecido?
No creo extralimitarme de mi derecho defendiéndome como he sido atacado; sin piedad. Podeís, pues, amigos míos, contar conmigo, como yo cuento con vosotros. Para vuestra justificación, para que yo me rehabilite, es preciso que logremos nuestros fines. En la lucha que comienza sólo puedo perder la vida, que no vale gran cosa, pero aun así la estimo en tanto como la de Sorege.
Un viejo gentleman, vestido con un pantalón roto, una levita adornada con numerosas manchas y un sombrero de copa, estaba ocupado en lavar concienzudamente el suelo del portal. Pero en la actitud, en la fisonomía y en el traje extremadamente miserable, Sorege observó detalles que le llamaron la atención y lo hicieron sospechar si aquel hombre sería un polizonte.
En cuanto Harvey encendió un cigarro, se dirigió á Marenval y á Tragomer, que estaban sentados no lejos de Sorege, y les dijo señalando á los cuadros de su amigo: Sam Weller tiene una hermosa galería, pero si ustedes vienen á mi casa del Dakotah, verán que mis cuadros valen tanto como los suyos.
Palabra del Dia
Otros Mirando