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Actualizado: 27 de junio de 2025


Por allí andaban damas y caballeros, no en facha de pastorcillos, ni al desgaire, ni en trenza y cabello, sino lo mismo que iban por las calles, con guantes, sombrilla, bastón. Echando, pues, de su alma aquellos vagos deseos de correr y columpiarse, pensó gravemente de este modo: «Para otra vez que venga, traeré yo también mis guantes y mi sombrilla».

En la casa no se escuchaba más que la conversación de los criados que departían ó altercaban en la cocina y el choque de la vajilla al ser limpiada. Después de permanecer un rato apoyada en la ventana, resolvióse á salir, no sin haberse procurado una sombrilla y tomar su álbum de dibujos y algunos lápices. Cuando salvó la huerta con ligero paso, el calor había alcanzado su grado máximo.

Quién hincaba el diente en el novio, hambrón madrileño, con mucho aparato y sin un ochavo, venido allí a salir de apuros con las onzas del señor Joaquín. Quién describía satíricamente la extraña figura de Lucía la mocetona, cuando estrenase sombrero, sombrilla y cola larga.

Insensiblemente Pedro empezó á tratar á su señora como á una compañera, hasta reirse algunas veces de sus preguntas inocentes y disparatadas. La condesa reía también, así que las hacía; pero le daba golpecitos con la sombrilla, llamándole burlón y cazurro. Si la despojasen de su ropa y la pusiesen un traje de aldeana, hubieran pasado muy bien por novios ó hermanos.

El distinguido jurista y un diputado de la cámara saltaron del carruaje y permanecieron junto a la portezuela dispuestos a ayudar a la deidad en su descenso, mientras que el coronel Estrella, de Siskyon, cargaba con su sombrilla y su saco de mano. Esta multiplicidad de galanterías produjo una confusión y retardo momentáneos.

El hombre no se movió ni hizo señal alguna de haberla reconocido. Al cabo de algunos segundos Herminia se decidió á alejarse y al volverse, vió, en una ventana del primer piso á la señorita Guichard, que la miraba. Juzgó necesario hacerla un saludo gracioso con la sombrilla y continuó lentamente su paseo, pensando: "Acaso ese viejecito era mi marido.

El cómico indio, cuando viaja por su cuenta, es muy sobrio en comidas, bebidas y bagajes, pero cuando viaja á cuenta de un pintacasi pide billete de cámara, caballo que tenga imbay, merienda, paraguas por si llueve, y sombrilla por si hace sol. Come como un sabañón, y bebe como una cuba.

Para entregarse a los juegos inocentes, que exigía el retroceso sensible que habían experimentado de pronto, se quitan las mantillas y dejan suelto el cabello, tiran los guantes, el abanico, la sombrilla, todo lo que pudiera simbolizar la juventud, y se quedan gozosas con los atributos de la adolescencia.

Una joven cobriza, hermosa y sucia, con el pelo revuelto, grandes aros en las orejas y un delantal de rayas multicolores, bailó bajo el emparrado, moviendo en alto un pandero que era casi del tamaño de una sombrilla. Dos chicuelos vestidos de antiguos lazaroni, con gorro rojo y las piernas remangadas, acompañaron dando gritos la agitada danza de la tarantela.

Sentado a su lado, en el pescante, iba el marqués de Sabadell, afable y cariñoso, defendiendo de los rayos del sol el rostro de la dama con una gran sombrilla de grueso tafetán encarnado, y atento siempre a remediar con su vigoroso puño cualquier descuido que en su ardua tarea de guiar el coche pudiera tener el aristocrático cochero.

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