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Actualizado: 9 de junio de 2025
Soltó el obrero el cáñamo, parose la rueda, y el que la movía salió lentamente del fondo negro, plegando los ojos a medida que avanzaba hacia la luz. Era un muchacho hermoso y robusto, como de trece años.
El Canelo se detuvo en su carrera y cayó herido mortalmente. El conde soltó una carcajada y dijo alargando la escopeta á miss Florencia: «Veo que aún no he perdido enteramente la puntería». Todos los circunstantes quedaron atónitos. Pedro se puso blanco como el papel; después le subió una ola de sangre á la cara y pasó un relámpago de ira por sus ojos.
"E ansí, magüer fagáis en mi desagravio diez torneos e dos pasos honrosos, e quebredes trescientas lanzas vos fago siempre la mamola: chicos e grandes vos escarnecen e dicen que a hombres de Castilla nunca el mesmo diablo puso miedo, cuanto más los antifaces e mojigangas; e otros dicen, ¡Santa María, qué horror!, dicen que la fuída vos soltó los pies, e vos corrió la vicaría, e que de acullá vino que sonástedes por bajo la dulzaina, e non era dulzaina, e que oliades non a estoraques ni algalias, sino peor que azufre. ¡Puf!, ¡qué blasfemia!
Pasaba mucho tiempo así, el niño-hombre mirando a su madre, y derritiendo lentamente la entereza de ella con el rayo de sus ojos. Jacinta sentía que se le desgajaba algo en sus entrañas. Sin saber lo que hacía soltó un botón... Luego otro. Pero la cara del chico no perdía su seriedad.
El viejo, siempre severo, volvió a ocupar su asiento, y, ya sentado, dijo: Tienes razón: no eres cristiana. Por diez rublos perdiste tu cuerpo y tu alma. ¡Hay viejos que dan más de diez rublos! replicó, en defensa de Karaulova, su amiga Pustochkina . No hace mucho estuvo en casa un viejo muy respetable... como usted... El público soltó la carcajada.
No hace más que preguntar por la señora Nela. Hoy es preciso que estés allí cuando D. Teodoro le levante la venda.... Es la cuarta vez.... El día de la primera prueba... ¡qué día!, cuando comprendimos que mi primo había nacido a la luz, casi nos morimos de gozo. La primera cara que vio fue la mía.... Vamos. María soltó la mano de la Virgen Santísima.
Este D. Feliciano era el marido que, según se decía en secreto, había roto una pierna al P. Narciso arrojándole por las escaleras. Los circunstantes se miraron con inquietud. Hubo un silencio embarazoso. Consejero soltó la carcajada, y exclamó, poniendo una carta sobre la mesa, como si se refiriese al juego: ¡Anda, vuelva usted por otra!
Entretanto, el estropeado entró seguido de su perro, y sin cuidarse del mal ojo y sobreojo con que muchos le miraban, soltó sus palos y tomó asiento en el suelo entre la gente inferior de la familia, poniendo por trinchera de sus rodillas al perro, que asentado con mucha compostura sobre sus piernas, se apoyaba en las zarpas delanteras alzando el cuello, levantando las orejas y mirando atentamente a su bienhechora María, a quien saludaba de su mejor modo, moviendo mansamente la cola.
Debilitado por las fatigas y las veladas, incapaz de dominar ya sus nervios, exasperados más aún por las palabras del señor Aubry, trastornado por el contacto de María Teresa que, desfallecida, se apoyaba sobre él, Juan, no pudo resistir. Rodeando a la joven con sus brazos, la estrechó, y con voz ardiente y apasionada, soltó al fin su secreto: ¡María Teresa, yo la amo!
Después de larga pausa, el maestro carpintero, con la mayor tranquilidad, como quien no dice nada, soltó la siguiente bomba: De modo, hijo, que por ahora y en mucho tiempo tampoco, no cuentes con las diez mil pesetas de que hemos hablado. Frasquito se puso pálido como un muerto. Quedó paralizado un momento y apenas pudo balbucir: ¡Cómo! ¿Ahora salimos con eso?
Palabra del Dia
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