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Actualizado: 9 de septiembre de 2025


Cierto empleado precavido que se había armado hasta los dientes, vió, al anochecer, un bulto cerca de su casa, lo tomó sin más ni más por estudiante y le soltó dos tiros de revólver. El bulto resultó despues ser un guardia veterano y le enterraron y, ¡pax Christi! ¡Mutis!

Estaba limpiándose los dedos con el pañuelo, y Juanito discurriendo por dónde pegaría la hebra, cuando sonó abajo una voz terrible que dijo: ¡Fortunaaá! Entonces la chica se inclinó en el pasamanos y soltó un yia voy con chillido tan penetrante que Juanito creyó se le desgarraba el tímpano. El yia principalmente sonó como la vibración agudísima de una hoja de acero al deslizarse sobre otra.

Al sentir un roce en el cuello, Fernando de Ojeda soltó la pluma y levantó la cabeza. Una palmera enana movía detrás de él con balanceo repentino sus anchas manos de múltiples y puntiagudos dedos. Para evitarse este contacto avanzó el sillón de junco, pero no pudo seguir escribiendo.

Algo dijo que llevó al ánimo de don Evaristo el convencimiento de que su chulita se veía en un mal paso. De repente soltó mi hombre la risa infantil y babosa, diciendo: «¿Apostamos a que ha habido algún rasgo? Precisamente lo que más prohibí, los dichosos rasgos, que siempre traen alguna desgracia».

Y los niños no saben, cuando les vendan los ojos, que este juego se juega por un caballero muy valiente que hubo en Francia, que se quedó ciego un día de pelea y no soltó la espada ni quiso que lo curasen, sino siguió peleando hasta morir: ése fue el caballero Colin-Maillard.

Pero el viejo patrón, ó no oyó las advertencias, ó se hizo sordo á ellas, que es lo más probable, por disfrutar algunos instantes más de la presencia de sus compañeros. ¡Que suelte! le volvieron á repetir más alto. Y nada: el viejo, clavado como una estatua á la orilla del mar, no soltó el cabo.

Lo dudo mucho, porque no me has dicho jamás una palabra del asunto. Contéstame inmediatamente. El P. Gil dejó caer los brazos, dobló la cabeza y murmuró sordamente: ¡Qué infamia! El mayorazgo soltó una carcajada. Pero ¿aún cree usted que hay infamias en el mundo? ¿De qué le sirve a usted tanto como ha leído? Quisiera que me explicase cómo es posible hacer porquerías dentro de una letrina.

Entonces Soledad, volviendo hacia ella su rostro contraído por la ira, dijo con afectada calma: Desde que y Velázquez os entendéis tan bien. Por si se muere Pepe, no quiero serviros de impedimento. Paca soltó una carcajada. ¡Acabases de reventar, criatura!... ¿Conque Velázquez y yo nos entendemos?... ¡Qué traición! ¿verdad ?

Mas, con gran asombro y vergüenza de sus amigos, en vez de clavarle las banderillas las soltó de las manos, y la emprendió a todo correr hacia la barrera. No pudo saltarla. Antes que lo hiciese, el toro le había cogido por la parte posterior, y le había tirado al alto. Todos acudieron y sofocaron al becerro con los capotes.

Al pie de una fuente fría, Al pie de una fuente clara, Que por el oro corría, Que por el oro manaba. ¿No le parece á usted, señorita, que podemos ir dejando la romería? El sol está ya muy bajo... Laura sacudió la cabeza como si despertase de un sueño y soltó sus manos del corro. Cuando se alejaron de la danza las voces agudas cantaban: Ya su buen amor venía, Ya su buen amor llegaba.

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