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Actualizado: 27 de junio de 2025
Santos Pérez, pase por acá; siéntese. ¡No! ¿Para qué me ha hecho llamar?» El comandante, sorprendido así, vacila y no sabe qué decir en el momento. Su astuto y osado interlocutor lo comprende, y arrojándole una mirada de desdén y volviéndole la espalda, le dice: «¡Estaba seguro de que quería agarrarme por traición!
Siéntese vueseñoría; 1015 Que no le quiero galán Esta noche, que nos dan La música y la poesía Los sugetos que han de hacer Un rato conversación. 1020 Dice mi imaginación Que no quiere más de ver. DO
Vestía una bata elegante y tenía los cabellos recogidos en una cofia blanca con lazos de seda encarnados. Estaba bastante pálida y tenía los ojos con señales de haber llorado. El P. Gil se detuvo a la puerta y frunció el entrecejo. Entre usted, padre, y siéntese aquí en esta butaca dijo ella desde una sillita, mirándole con dulzura. Ya estoy bien. He pasado una noche muy mala.
El aire del campo.... Aquí tienen ustedes, agregó dirigiéndose a las señoras al joven de quien me habla el doctor. Tú Gabriela, ya le conoces.... Esta señora es mi esposa.... Este niño es mi hijo.... Pero... ¡ea! siéntese usted.... Y me señaló una silla al lado de la joven. Después prosiguió, sin darme tiempo para hablar: Este es Pepillo.... Aquí le tiene usted... enfermo.
Señó abate gritó una voz, mientras una mano pesaba con formidable empuje sobre los hombros del preceptor ; siéntese y calle. Caballero dijo otro ¿se podría saber quién es usted? Soy D. Francisco Xavier de Jindama repuso con timidez y urbanidad el viejo. Lo digo porque en cuanto le vi a usted y le oí, diome olor a lechucería.
Sólo después de un largo silencio, y reteniendo entre sus brazos cariñosamente a su hija, pudo al fin contestar con voz balbuciente: No, Luisa, no; estoy bueno y soy muy feliz. Siéntese usted, Juan Claudio dijo el anabaptista viéndole temblar de emoción ; aquí tiene mi silla. Hullin se sentó, y Luisa, sentándose en sus rodillas y echándole los brazos al cuello, comenzó a llorar.
Ha hecho usted muy mal en no... atreverse. Dejemos, pues, estos cumplimientos: yo me alegro mucho de verle a usted: ¿y cómo le va a usted...? Siéntese usted aquí en el sillón..., póngase usted el sombrero..., así...: ¿y qué me dice usted de nuestra hija? añadió sentándose en una vieja arca: es un prodigio...; a mí ha acabado por hacerme feliz, me ha regenerado... ¡qué niña, Dios mío, qué niña!
No protestaba Gallardo . La mamita en la presidensia. Siéntese ahí, mamá, o no comemos. Y la conducía de un brazo, acariciándola con extremos amorosos, como si quisiera resarcirla de los años de infancia vagabunda que habían sido su tormento.
Don Mateo, como una de las poquísimas personas que permanecían neutrales en Sarrió, fué recibido con franqueza y agasajo. Siéntese usted, don Mateo. ¿Qué trae de bueno por aquí? El anciano manifestó que venía a saber si era cierta la amenaza de suprimir la subvención de la banda en el caso de que fuese aquella tarde a la romería de San Antonio. El rostro de Maza se nubló. Era muy cierto.
«Gracias a Dios que viene usted, tía le dijo Isidora reconviniéndola . Siéntese usted; tenemos que hablar detenidamente. ¡Hablar detenidamente! exclamó la vieja puesta en jarras . No digas más; ya entiendo tus detenidamentes. Ya sé que es para pedir dinero. Sí, en cuanto llegó a casa tu D. José y vi su cara de carnero a medio morir, dije: «Ojo al Cristo...». Pues mira, hija, toca a otra puerta».
Palabra del Dia
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